Lectura: Hebreo 4:14-16

En una conferencia en la que habían concurrido muchos asistentes, el predicador enfatizó que el ser creyentes no nos hace inmunes a los problemas.  Es más, algunas personas que han puesto su confianza en el Señor, actualmente están rodeadas de problemas, dificultades a la derecha y a la izquierda, al frente y atrás.  En ese momento, un hombre ya mayor quien era bien conocido por haber servido fielmente al Señor durante muchos años, dijo en voz alta: “¡Gracias a Dios, que siempre está abierto arriba!”

Este hombre sabía por experiencia propia, que aunque estuviera acorralado con dificultades, tenía algo que lo había librado de cada una de esas situaciones; su fe, enfocada plenamente en Dios, tal y como leímos en nuestra lectura devocional.  Podemos confiar en Jesús debido a que nuestro Gran Sumo Sacerdote, el hijo de Dios, resucitó y ascendió al cielo, pero al mismo tiempo está tan cercano a nosotros que nos invita a acercarnos a Él confiadamente sabiendo que escuchará nuestro clamor. (Heb.4:16).

Podemos confiar en Él, debido a que decidió en un momento renunciar a su gloria y vivió temporalmente como uno de nosotros (Fil.2:5-11), demostrándonos que entiende plenamente nuestras penas y alegrías, ya que fue tentado en todo, más no sucumbió ante el pecado.

Este capítulo de Hebreos nos desafía a poner nuestra mirada arriba en el momento que nos encontremos en medio de las pruebas, acercándonos a su trono con fe, por medio de la oración; sólo así podremos tener la valentía para enfrentar las pruebas y aceptar con humildad nuestras derrotas, haciéndonos cada día más dependientes de Dios.

  1. ¿Estás acorralado por las pruebas y tentaciones de la vida? ¿El mundo, el enemigo y sus secuaces, te han hecho creer que no existe solución? ¡Detente, y mira arriba, ahí siempre estará abierto!
  2. Si quieres tener una mejor perspectiva en tu vida, mira hacia arriba, busca a Dios.

HG/MD

“Acerquémonos, pues, con confianza al trono de la gracia para que alcancemos misericordia y hallemos gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16)