Lectura: Santiago 5:1-6

Un misionero contaba la siguiente historia de la vida real: “Cuando estaba en Haití, vi a una pobre anciana en el centro de operaciones de una misión.  Había caminado varios kilómetros para obtener una comida; no obstante, estaba compartiendo la comida con una niña.  Cuando le mencioné esto a una misionera anciana, esa me dijo: “Sabes, los más pobres son mucho más generosos que los más ricos”

Creo que aquella anciana servidora de Dios tenía mucha razón.  Aunque si existen muchos millonarios que son generosos, compasivos y amables, estos son la excepción y no la regla.  Desde los días de los profetas del Antiguo Testamento hasta hoy, muchos ricos han explotado a los pobres.  Santiago advirtió a esa generación, los resultados de esa opresión: “Su oro y su plata están llenos de moho, y ese mismo moho los acusará, y los consumirá como el fuego…” (Santiago 5:3).

Incluso hoy, los ricos contribuyen relativamente poco a las obras caritativas.  En uno de sus estudios el reconocido escritor Vance Packard (1914-1996) dijo esto con respecto a los estadounidenses: “Al menos existen 800 personas que tienen más de 100 millones de dólares.  ¿Cuánto dan a la iglesia y las instituciones caritativas? ¡Menos de dos por ciento!”

A veces he deseado tener riquezas, pensando en todo el bien que podría hacer con ellas.  Pero, ¿lo haría?  Pablo advirtió que codiciar riquezas es un lazo (1 Timoteo 6:9).  Subiendo esto, deberíamos tener en buena estima a los ricos que son generosos.  También deberíamos dar gracias a Dios por las bendiciones que nos da, y luego dar de esa abundancia, lo más generosamente que podamos.

  1. El que no tiene dinero es pobre, pero el que no tiene nada más que dinero, es más pobre.
  1. ¿Cuál es tu excusa para no ser más generoso en la medida de tus posibilidades?

NPD/HVL