Lectura: 1 Corintios 12:14-22

El piloto comercial Alan Cockrell dijo que no tuvo problemas en arremangarse su camisa y ayudar al equipo de tierra en su limpieza del interior de su avión 737 en una noche en Nashville. Necesitaba que lo llevaran a su casa y uno de los tripulantes (que tenía la obligación de realizar la limpieza) se ofreció a llevarlo. Cuanto más pronto terminaran, más pronto se pondrían camino a casa.

A medida que el piloto ayudó a limpiar los compartimentos superiores, limpió las tablas de las bandejas de los pasajeros, y acomodó los cinturones de seguridad, obtuvo un nuevo reconocimiento del personal cuyo rol en la aerolínea era muy diferente al de él.

Hay una lección aquí para nosotros como creyentes.  La Biblia describe nuestra relación con otros creyentes como miembros interdependientes de un solo cuerpo.  Dios ha incorporado en su iglesia un elemento esencial “la coordinación ojo-mano.”  “El ojo nunca puede decirle a la mano: ‘No te necesito’. La cabeza tampoco puede decirle al pie: ‘No te necesito’”. (1 Cor. 12:21 NTV). Cada creyente es necesario y digno de honor y aprecio por los demás, porque “…nuestro cuerpo tiene muchas partes, y Dios ha puesto cada parte justo donde él quiere” (v.18).

Podemos mejorar el nivel de satisfacción en el resto del cuerpo de creyentes, tomando nota de la contribución que ellos(as) hacen.  Y eso hará que resaltemos la coordinación ojo-mano de la cual todos nos beneficiamos.

1. ¿Existe alguna persona que trabaja en tu iglesia o maestro que podría apreciar una nota o una palabra de agradecimiento de parte tuya?  ¿Qué hay que hacer en tu iglesia que comúnmente nadie quiere hacer? ¿Puedes ayudar?

2. En lugar de poner a otros en tu lugar, trata de ponerte en su lugar.

NPD/DCM