Lectura: Mateo 18:15-20

La policía recibió una denuncia de una mujer quien decía estar recibiendo llamadas no deseadas e inapropiadas.  La denuncia indicaba que en los últimos días a medianoche, había recibido llamadas de una persona que ladraba como un perro y luego colgaba.

Luego de una rápida investigación que involucró a la compañía telefónica, la policía pudo determinar que se trataba de uno de sus vecinos.  Al preguntarle la razón por la cual había hecho las llamadas, el hombre dijo que fue por venganza, pues muchas veces había sido despertado por los ladridos del perro de la señora y por ello decidió que ella también debía ser despertada de la misma manera.

La forma en la cual el vecino abordó este problema sin duda no es un buen ejemplo de sabiduría de parte de Dios.  La Palabra de Dios nos enseña que es muy aconsejable hacer frente a nuestros problemas (Mateo 18:15-20).  Este tipo de situaciones se deben tratar en el momento correcto y teniendo siempre en consideración el respeto entre todas las partes involucradas; una conversación constructiva y honesta es parte fundamental de la solución.

No obstante, las personas en general no abordan sus problemas abiertamente.  En lugar de confiar en Dios y desear que exista una solución que busque el restablecimiento de la paz, lo que hacen es negar o empeorar la situación.  Es por ello que debemos pedir a Dios que nos conceda una buena dosis de misericordia y verdad (Proverbios 3:3).

  1. Los problemas no se resolverán por sí mismos, es necesario pedir a Dios la gracia necesaria para hablar al respecto, y estar dispuestos a perdonar y ser perdonados.
  2. La mejor forma de destruir a un enemigo es hacerlo tu amigo.

HG/MD

“No se aparten de ti la misericordia y la verdad; átalas a tu cuello. Escríbelas en las tablas de tu corazón” (Proverbios 3:3).