Lectura: Romanos 13:8-14

Existen muchas maneras de calcular el tiempo.  Veamos tan sólo tres de ellas:

El tiempo del mundo es la forma en la cual durante muchos años se midió el tiempo. Se determinaba basado en la relación entre la tierra y el sol, esto permitía ajustar los relojes, pues se medía el tiempo de acuerdo con los movimientos de los cielos.

Luego, en el año 1972, se incorporó otra forma de medir el tiempo, al usar el “tiempo atómico”, este método mide las horas, minutos y segundos de forma independiente a lo que pueda suceder en los cielos.  Este sistema utiliza las vibraciones precisas del átomo.

También existe un tercer método, no aplicable a todos, el cual se basa en nuestra relación con Dios, y su tiempo es perfecto.  Dicho de otra forma, como creyentes debemos entender que tenemos que rendir cuentas a Dios, y es por ello que debemos comprender que como hijos e hijas de Dios las riquezas que valen son las espirituales, valores, pensamientos y actitudes que reflejen el carácter y prioridades de Jesús (Romanos 13:14).

Debido a esa relación especial entre Dios y nosotros, debemos hacer caso a la advertencia de que al mundo se le está acabando el tiempo (v.12), y que por lo tanto el regreso de nuestro Señor está más cerca que nunca (v.11).

  1. Cuando mires el tiempo en tu reloj, teléfono inteligente o cualquier otro medio que uses, recuerda que tienes que apartar tiempo para dedicarlo a Dios.
  2. Contar el tiempo no es tan importante, lo realmente importante es hacer que el tiempo verdaderamente cuente. El tiempo no se detiene.

HG/MD

“Y hagan esto conociendo el tiempo, que ya es hora de despertarse del sueño, porque ahora la salvación está más cercana de nosotros que cuando creímos” (Romanos 13:11).