Mártires de la Fe

Contrabandistas de Biblias

Hombres y mujeres que estuvieron dispuestos a dar su vida por la fe, al final de la Segunda Guerra Mundial

Después de la Segunda Guerra Mundial en Europa Oriental, para los países controlados por la Unión Soviética, las Biblias se consideraban tan peligrosas como las armas.  Incluso, siempre se confiscaban de inmediato y al portador lo encarcelaban al instante como subversivo.  Por esta razón las fronteras entre las Repúblicas Socialistas Soviéticas estaban fuertemente custodiadas contra cualquier contrabando proveniente de los países más libres, por ahora, el Bloque Oriental que se le había otorgado el control a la Unión Soviética después de ayudar a derrotar a los nazis y para impedir que cualquiera deseara escapar a través del Bloque Oriental a Europa Occidental.

Ese invierno no fue la excepción.  Aunque la temperatura estaba por debajo del punto de congelación, y varias pulgadas de nueva nieve bloqueaba los montes, los guardias soviéticos patrullaban sus rutas de costumbre.  El cielo estaba nublado y no se veía la luna, de modo que los soldados vagaban a través de la nieve alumbrando con sus linternas en toda dirección.

De repente, un silbido rompió el silencio de la noche y se disparó una bengala hacia el cielo.  Por todas partes, los sonidos de los perros y los disparos convergieron en el lugar en que se dio la señal.  Cuando los demás arribaron, el guardia sólo señaló a la nieve ¡Cuatro pares de huellas se encaminaban a Rumanía!  Los guardias bajaron corriendo con la esperanza de capturar a los fugitivos antes de que cruzaran la frontera.

Algunas horas más tarde, el líder de los cuatro rumanos cristianos terminó de contar la historia a la pequeña congregación de la iglesia cristina clandestina con una sonrisa, mientras todos ellos sostenían en sus manos las Biblias que les había llevado.  “Si, camaradas”, dijo con satisfacción, usando la palabra con toda seriedad, como lo hubiera hecho cualquier miembro del Partido Comunista, “nos quedamos allí como estatuas, paralizados por los ruidos, luego, poco a poco, los ruidos fueron cada vez más distantes.  Y con Ucrania a nuestras espaldas, continuamos caminando hacia atrás a través de la nieve, ¡dejando huellas como si nos estuviéramos encaminando a Rumanía”.  Todos rieron por esto con lágrimas en sus ojos, estrechando sus nuevas Biblias con ambos brazos.

El poder de la palabra de Dios y el precio que se ha pagado por eso nunca lo deberíamos subestimar. En algunos países hoy ser propietario de una Biblia completa parece un sueño más allá de sus posibilidades.   No es poco común que incluso toda una comunidad tenga una Biblia completa entre ellos.  Quizá solo tengan unos pocos libros, o incluso una sola página para compartir. Tienen que hacer canjes para llevarlos a sus casas y estudiar por un tiempo hasta que le toque a otra persona el turno de tener fas Escrituras.

Y por este corto tiempo que tienen la Palabra de Dios, están en más peligro que nunca. Si los sorprenden con ella, los podrían llevar a la cárcel o matarlos.  Sin embargo, con gusto lo arriesgan todo para leer las cartas que les escribió Dios a ellos, por medio de la Biblia.  El precio de la persecución no es un pago muy alto con tal de conocer mejor a Jesús.

«Si no están dispuestos a morir por lo que está en la Biblia, no deberías dar dinero para las Biblias.  Puesto que si lo dan, contrabandearemos más Biblias.  Y si contrabandeamos más Biblias, habrá mas mártires» – Richard Wurmbrand.  Fundador de la Voz de los Martires.  Pasó 14 años en una prisión comunista en Rumanía entre los años 40 a 60 del siglo pasado.

Tomado de: Locos por Jesús –  Vol. II. Pág. 145-146