Lectura: Filipenses 4:10-13

Gracias a su esfuerzo y buen comportamiento, un joven estudiante había conseguido una beca para estudiar un postgrado universitario en Japón.  El joven estaba muy emocionado porque había sido aprobado, pero faltaban tan sólo 4 meses para trasladarse y no sabía prácticamente nada de japones.

Así que, esos meses previos al viaje los usó para aprender, aunque fuera lo básico del idioma.  Ya estando en Japón los primeros días fueron muy frustrantes pues le costaba muchísimo la comunicación a pesar de que se esforzaba.

Sin embargo, un buen día uno de los maestros le dio el siguiente consejo: “Ves aquella montaña, señalando hacia el monte Fuji, aprender un idioma es igual que subir a ese monte; muchas veces a pesar de todo tu esfuerzo no logras avanzar lo esperado, pero si continúas intentándolo finalmente lo lograrás”.

Al pensar en lo que implica nuestro crecimiento como creyentes, se me vienen a la mente las palabras del apóstol Pablo cuando dijo: “Sé vivir en la pobreza, y sé vivir en la abundancia. En todo lugar y en todas las circunstancias he aprendido el secreto de hacer frente tanto a la hartura como al hambre, tanto a la abundancia como a la necesidad. ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!” (Filipenses 4:12-13).

La vida en general está llena de desafíos, sin embargo, cuando acudimos a Aquel que ha “vencido al mundo” (Juan 16:33) y entendemos esta verdad, podemos estar seguros de que Él es fiel para ayudarnos a avanzar en nuestro andar, y de que para ello debemos estar en una comunión muy cercana con Él.

  1. Para permanecer cerca de Dios debemos hablar con Él cada día, estudiar su Palabra y congregarnos con otros que también quieren compartir lo que han aprendido, no solamente con nosotros, sino también con todos los que quieran oír.
  2. Así como tú estás tratando de enfocarte más en Jesús, también es necesario que alientes a otros a seguir tu ejemplo.

HG/MD

“Les he hablado de estas cosas para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción, pero ¡tengan valor; yo he vencido al mundo!” (Juan 16:33).