Lectura: 2 Crónicas 32:1-8

Bajo el liderazgo del rey Ezequías, el pueblo de Israel tuvo un reavivamiento espiritual; destruyeron los ídolos, restauraron el templo, y el pueblo se acercó nuevamente al Señor (2 Cor.29-31).

Se nos dice de él en 2 Crónicas 31:20, lo siguiente: “De esta manera hizo Ezequías en todo Judá. Él hizo lo bueno, lo recto y lo verdadero delante del Señor su Dios”.  En medio de aquel buen momento de gozo, Israel se vio envuelto en una situación muy complicada, al ser sitiados por el malvado Senaquerib rey guerrero de Asiria (2 Cor. 32:1).

Ezequías pudo haberse desanimado al sentirse, por así decirlo defraudado, pues había servido y había hecho lo correcto delante de Dios, y pudo haber pensado que Dios lo estaba abandonando al permitir que este malvado rey Senaquerib los amenazara.

En ese momento Ezequías respondió conforme a lo que se espera de la persona que confía en Dios, él animó al pueblo diciendo: “Con él está un brazo de carne; pero con nosotros está el Señor, nuestro Dios, para ayudarnos y para llevar a cabo nuestras batallas.  Y el pueblo tuvo confianza en las palabras de Ezequías, rey de Judá (2 Cró.32:8).  Esto nos muestra la fe que tenía este hombre.

El ejemplo que nos brindó el rey Ezequías es muy bueno, hay algo dentro de nosotros que siempre desea que Dios recompense nuestra fidelidad con prosperidad y protección; sin embargo, el plan de Dios es más grande de lo que logramos entender con nuestra mente o ver con nuestros ojos y lo que debemos comprender es que Dios siempre tiene el control de Su plan.  Nunca debemos pensar que nuestras dificultades y circunstancias presentes, son el reflejo de la bendición que Dios nos está preparando más allá de esta vida. Recordemos lo dicho por el apóstol Pablo: “Porque considero que los padecimientos del tiempo presente no son dignos de comparar con la gloria que pronto nos ha de ser revelada” (Rom.8:18).

En este momento Ezequías fue un ejemplo del verdadero contentamiento que como creyentes debemos tener antes situaciones buenas o malas que se nos presenten.  Él decidió obedecer al Señor sin exigir garantías.

Hemos de ser claros al decir que Ezequías no terminó su vida tan bien como la empezó;  al final de sus días se enojó con Dios, al caer enfermo de muerte.  Lo anterior pone en evidencia la veracidad de las escrituras, al mostrarnos a las personas con sus defectos y virtudes; además también nos muestra lo frágiles que somos los seres humanos y lo constante que debe ser nuestra fe.

  1. Debemos tener la confianza en la presencia y el poder de Dios, aun en la hora más oscura de nuestra vida.

 

  1. Cuando quitamos la mirada del Señor, nuestros problemas parecen ser más grandes.

HG/MD

“Porque considero que los padecimientos del tiempo presente no son dignos de comparar con la gloria que pronto nos ha de ser revelada” (Rom.8:18).