Lectura: Jonás 1:1-11

Luego de una larga trayectoria, una anciana misionera compartía con algunos jóvenes sobre su andar con Dios.  Les comentó que en un par de ocasiones, luego de finalizar sus periodos misioneros, perdió el entusiasmo de servir a Dios y aunque siguió cumpliendo con sus responsabilidades, trató de huir e hizo lo mismo que Jonás “compró un tiquete a Tarsis”.

Ella continuó su relato, dejándoles claro la forma como terminaron esos dos periodos: “Dios amorosamente y persistentemente no me dejó que me alejara de Él”  Así como lo hizo con Jonás, le llamó la atención y la acercó a Él otra vez; hoy día sirve a su Señor con un entusiasmo renovado.

Cualquiera que haya servido a Dios, ya sea como líder o como laico, puede sentir la tentación de “abandonar” a Dios, ya sea al estilo de Jonás quien huyó de su voluntad, o que trate de escapar en forma lenta y callada, como fue el caso de esta misionera. Al tratar de alejarnos, dejamos que nuestros corazones se enfríen, y cerramos nuestros oídos a las instrucciones que Dios nos da por medio del Espíritu Santo y su Palabra viva.

Ten por seguro que no es la voluntad del Señor que te alejes de Él y que navegues rumbo a Tarsis, ahora mismo te puede estar llamando de vuelta hacia Él; si ese es el caso, y así lo prefieres, puedes ponerte sobre tus rodillas, pedirle perdón y clamar nuevamente por su dirección.

  1. ¡Rompe el boleto a Tarsis y regresa a Dios!
  2. Nunca es demasiado pronto, no esperes más, retoma el curso de tu vida.

HG/MD

“Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce perseverancia,  y la perseverancia produce carácter probado, y el carácter probado produce esperanza.  Y la esperanza no acarrea vergüenza porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Romanos 5:3-5)