Lectura: Apocalipsis 4:8–5:14

Una manera muy sencilla para orientarte y ayudar a tu brújula interna es usar el Sol como referencia, tan sólo te tienes que colocar con los brazos en cruz y con el brazo derecho señalar hacia donde sale el Sol, así sabrás que delante de ti está el norte, detrás el sur y a tu izquierda el oeste. Si te fijas bien por donde sale el Sol cada mañana ya sabrás orientarte en cualquier lugar de la Tierra.

Al pensarlo me parece que ésta puede ser una figura comparativa de lo que significa adorar a Dios. Cada vez que nos reunimos para adorar, literalmente abrimos nuestros brazos para disfrutar de su abrazo espiritual y recordar hasta donde fue capaz de llegar nuestro Señor por amarnos.  Esta es una forma de establecer el norte geográfico en nuestra alma, recordando quién es Dios, lo que Él ha hecho, y lo que su verdad proclama.

Apocalipsis 4:8–5:14 es el pasaje que mejor resume esta idea de adoración. Al principio de las tres secciones principales de adoración que aparecen en este pasaje, está la idea de la dignidad de Dios o de Jesús.

  • Adorar a Dios es reconocer quién es Él santo y eterno (4:8), y lo que ha hecho, crear el mundo (4:11) y cumplir con el acto de la redención (5:9-10).
  • La adoración significa darle a Él la gloria, el honor, las gracias (4:9), y atribuirle sabiduría, poder, riqueza, fortaleza y alabanza (5:12). Es caer delante de Él por reverencia y servirle.
  • La adoración es de lo más eficaz cuando se da en comunidad (5:11, 13). Dios está presente de una manera única por el poder de su Espíritu, cuando la comunidad de fe se reúne. (Efesios 2:21-22).

La adoración en la Biblia se revela en el reconocimiento individual y colectivo, y la celebración de la dignidad de Dios. Este reconocimiento se demuestra con palabras de alabanza, honor, y gloria que destacan el carácter único de quién es Dios y lo que Él ha hecho.

  1. Así que, si tu brújula interna ha sido alterada de alguna manera, vuélvela a fijar hoy reconociendo y celebrando la dignidad del único y verdadero Dios.
  2. Abre tus brazos en agradecimiento y reconoce quién es Dios y que Él es el único digno de nuestra adoración.

HG/MD

“¡Vengan, cantemos con gozo al SEÑOR! Aclamemos con júbilo a la roca de nuestra salvación.” (Salmos 95:1).