Lectura: Nehemías 1:1-11

Era una actividad de fin de año en la iglesia y dentro del programa estaba que uno de los niños de la iglesia orara para iniciar, sus palabras fueron simplemente encantadoras:

“Señor Jesús, gracias porque algunos de nosotros podemos jugar al fútbol e ir a la iglesia, por habernos cuidado para llegar aquí, por el perdón de nuestros pecados y por la vida eterna. Te amamos Jesús. ¡Por favor, nunca olvides cuánto te amamos y bienvenido a esta actividad!”.

Esta sencilla oración infantil expresaba al Señor el sentir del corazón de un niño.  Al ser adultos, tendemos a tratar de pulir un poco nuestras oraciones, pensando que sonará mejor a los oídos de Dios o de las demás personas que tal vez nos oigan. Pero me parece que el Padre celestial se deleita simplemente al escuchar lo que está en el corazón de sus hijos.

Nehemías estaba muy preocupado por el bienestar de Jerusalén, su tierra natal, cuando oyó que el pueblo se sentía profundamente angustiado y que el muro que rodeaba la ciudad había sido destruido (Nehemías 1:3), y deseoso de hacer algo habló con Dios al respecto. Lo alabó por quién es (v. 5), pidió perdón por el pecado (v. 6), le recordó su promesa (v. 9) y le pidió que el rey tuviera misericordia (v. 11). Dios cuidó a Nehemías y a su pueblo durante todo el proceso de reconstrucción.  Que oración tan sencilla, pero a la vez profunda y llena de significado.

  1. Sin importar qué tengas en tu mente, gratitud o preocupaciones, sea lo que sea, tu Dios amoroso desea oír lo que hay en tu corazón.
  2. Habla con Dios cada día, debe ser tan natural como hablar con tu mejor amigo.

HG/MD

“Orando en todo tiempo en el Espíritu con toda oración y ruego, vigilando con toda perseverancia y ruego por todos los santos” (Efesios 6:18).