Lectura: 2 Crónicas 26:1-23

Las personas que realizan carreras de larga distancia, son sabedoras de la importancia que tiene finalizar con paso fuerte y controlado.  Saben por experiencia que la mayoría de carreras se ganan o pierden en los últimos metros agotadores del recorrido.

Uzías tuvo un muy buen inicio cuando lo coronaron a sus 16 años.  Durante estos años, Dios premió su fidelidad y la nación vivió tiempos de prosperidad; mientras tanto, la fama de Uzías crecía como la espuma.  No obstante, esto lo llevó a creer que las reglas no le aplicaban, lo cual hizo que se llenara de orgullo.

Este hombre entró en el templo para quemar incienso, una labor exclusiva que realizaban los sacerdotes de Israel; a pesar de que lo confrontaron debido a su pecado, él de forma arrogante se negó a escuchar hasta que Dios lo castigó con una lepra en la frente, lo cual definitivamente captó la atención del rey. Este fue un duro recordatorio para él y su nación, de que es necesario no sólo iniciar muy bien, sino terminar aún mejor.

Lo acontecido con el rey Uzías, es un excelente recordatorio para nosotros sobre la importancia de este principio, muchas personas inician sus vidas en la fe con humildad; sin embargo, pasados los años se llenan de arrogancia por los conocimientos adquiridos o por los bienes acumulados durante sus vidas, y empiezan a confiar más en su buen juicio que en seguir lo indicado en la Palabra de Dios, ignoran la reprensión de sus amigos en la fe y por ello terminan su carrera acompañados de oscuridad y tristeza.

  1. Si sientes que tu vida está perdiendo el rumbo correcto, hoy es el momento para volver al camino, buscar la gracia de Dios y recobrar el gozo que sólo proviene de una relación constante y creciente con el Señor. ¡Humíllate ante Dios, aún puedes tener un buen final!
  2. Los que piensan que no necesitan a Dios, llevan todas las de perder.

HG/MD

“Pero él da mayor gracia. Por eso dice: Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes” (Santiago 4:6).