Lectura: Isaías 44:9-11; 21-23

Una vez mientras estábamos vacacionando, tuvimos la bendición de estar cerca de muchos lagos que rodeaban el lugar donde nos quedábamos.

Era una de esas mañanas frías iniciando el invierno y por algún tiempo me quedé observando cómo el suave viento movía delicadamente la capa de neblina que se ubicaba en la superficie de los lagos.

El viento formaba espirales que giraban y se desplazaban, eran como pequeños torbellinos que subían y luego se disipaban.  Luego llegaron los primeros rayos del sol matutino y la niebla desapareció.

Este momento me hizo sentir muy bien, pues asocié lo que había visto con lo que había leído en Isaías 44:22: “He borrado como niebla tus rebeliones, y como nube tus pecados. Vuelve a mí, porque yo te he redimido”.

En muchas ocasiones nos mortificamos recordando errores cometidos, metas no realizadas, promesas rotas, y pensamos que Dios seguramente está decepcionado de nosotros debido a nuestro pasado.

Pero, esa mañana entendí que tal y como lo indica el versículo de Isaías, Dios nos muestra su gracia, y no está recriminándonos por pecados del pasado que reconocimos delante de Él y por los cuales pedimos perdón, lo que Dios quiere es que vayamos constantemente ante su presencia.

Es muy complicado tratar de entender cómo funciona el perdón divino, pero de lo que sí podemos estar completamente seguros es de que Dios es el único que puede quitar totalmente nuestro pecado, permitiéndonos seguir adelante en nuestro camino de fe.

  1. En estos días hay muchas personas deprimidas que se pasan recordando lo que ya fue, y no piensan en lo que puede ser nuevo si ponen su fe y confianza en Dios; permite que el Sol de justicia brille en tu vida (Malaquías 4:2).
  2. Su gracia siempre está disponible cuando la necesitamos, está a una oración de distancia, así disiparás completamente la niebla matinal que te atormenta.

HG/MD

“He borrado como niebla tus rebeliones, y como nube tus pecados. Vuelve a mí, porque yo te he redimido” (Isaías 44:22).