Lectura: Salmos 105:7-22

Si Dios te enviase a hacer algo importante para Él, ¿Cómo esperarías que te tratasen? ¿Cómo un dignatario en una caravana?  ¿Cómo esperarías sentirte?  ¿Importante o confiado?  ¿Seguro de saber exactamente a dónde vas y lo que debes hacer?

Nuestros primeros pasos en el camino de servir a Dios pueden parecer como el final de nuestras esperanzas y de nuestros sueños.  Los principios de Dios para sus siervos muchas veces se parecen muy poco a los finales que Él tiene en mente.

La historia de José (Gén.37-47) es muy alentadora para entender como su trato hacia nosotros en ocasiones parece imposible de comprender.  El Salmos 105 nos dice lo siguiente: “Pero antes envió a uno de sus hombres; envió a José, que fue vendido como esclavo.  Los egipcios le pusieron grilletes en los pies, y lo arrojaron tras los hierros de la cárcel.  Pero finalmente se cumplieron sus dichos, aunque la palabra de Dios lo puso a prueba. (Salmos 105:17-19-RVC).

Ser enviado por Dios puede comenzar con perder un empleo en lugar de conseguirlo.  Podría implicar la injusticia de ser penalizado cuando uno juega limpio y rehúsa ceder a la presión por hacer algo malo.  Puede ser tan doloroso como lo fue para José en prisión.

Si Dios te ha dado un comienzo difícil, pídele la fortaleza para llegar al final.  El Dios que te envía también te sostendrá hasta que llegues al final que Él ha planeado.

  1. El Dios que te envía, también te sostendrá.
  1. Escucha lo que te mando: Esfuérzate y sé valiente. No temas ni desmayes, que yo soy el Señor tu Dios, y estaré contigo por dondequiera que vayas. (Josué 1:9-RVC)

NPD/DCM