Lectura: Lucas 11:29-32

Una vez un escéptico me dijo lo siguiente: “Creeré en Jesús si aparece ahora mismo frente a nosotros”.  Inmediatamente la pregunta para él fue: ¿si Jesús apareciera ante ti bastaría para que creyeras?

Los líderes religiosos continuamente rechazaban a Jesús y le pedían evidencias para creer.  Ellos sin duda habían oído y quizás hasta visto algunos de sus milagros, entre los que se encontraban las sanidades, echar fuera demonios y hasta resucitar a muertos ¿Qué más necesitaban ver?

Debido a esto Jesús los llamó: “Generación malvada” (Lucas 11:29). Es por ello que la única señal dada fue la del profeta Jonás, quien tras su negativa de ir a predicar a Nínive, había huido en dirección opuesta. Sin embargo; lo que consiguió fue que los marineros lo echaran al mar debido que lo culpaban por la tormenta que los azotaba; cuando cayó al mar un pez gigante se lo tragó vivo, y luego de pasar 3 días en su estómago se arrepintió de su equivocada decisión de huir de Dios, y fue entonces cuando el gran pez literalmente lo vomitó.  Luego de esto fue a Nínive y predicó, con lo cual los habitantes de esa gran ciudad se arrepintieron.

De una forma similar, Jesús había llegado a su pueblo para contarles las buenas nuevas, su amor lo había llevado hasta la cruz, y luego de pasar tres días y tres noches en la tumba fría, salió caminando de allí pero aun así muchos no creyeron.  Como consecuencia en el futuro vendrá juicio sobre tales incrédulos, incluidos estos líderes espirituales de Israel.

En el tiempo presente, tenemos el extraordinario privilegio de contar con los Evangelios, un registro fidedigno de lo que Jesús hizo y dijo, escrito por personas de su época; algunos caminaron con él y otros oyeron de sus historias por medio de los apóstoles.  Realmente tenemos toda la evidencia que necesitamos para creer.

  1. No necesitamos buscar señales, necesitamos creer en Jesús como Señor y Salvador.
  2. La señal de una fe madura, es la confianza plena en la voluntad perfecta de Dios.

HG/MD

“Y sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).