Lectura: Efesios 5:8-14

Una vez un creyente me pidió consejo sobre un problema que tenía con el vicio del alcohol, que creía había superado; sin embargo, en ocasiones aún recaía. Cuando se enteró que yo nunca había luchado contra ese problema en particular, pensó que no estaba calificado para ayudarle.

Al decirme esto le aseguré que en realidad no necesitaba haber caído en algún pecado en particular, ni conocer totalmente todos los problemas o detalles de un pecado, para saber cómo vencerlo con la ayuda de mi Señor.

Le recomendé que leyera Efesios 5:8-21, después de esto hablamos también de la bondad, la justicia y la verdad de los que nos habla el verso 9, y de las marcas de una vida llena del Espíritu Santo tal como explican los versos 18-21.  Luego de un rato de conversar, el creyente con quien estaba hablando reconoció y confesó su pecado, y pidió a Dios que le ayudara a superar ese pecado, ya que él, por sí mismo, no tenía las fuerzas necesarias.

El verso 11 de Efesios 5, nos dice lo siguiente: “no tengan ninguna participación en las infructuosas obras de las tinieblas, sino más bien, denúncienlas”, luego Pablo continúa diciendo: “…da vergüenza aun mencionar lo que ellos hacen en secreto” (v.12).  En el único capítulo de la carta de Judas, él también nos advierte que debemos tener “cautela”, a la hora de ayudar a otros que se encuentran en pecado (Judas 22-24), pues debemos recordar que nosotros también somos susceptibles a los ataques del enemigo, quien anda buscando como león rugiente a quien devorar (1 Pedro 5:8).

Entonces, ¿cómo debemos enfrentar el pecado? Lo primero es centrarnos en Jesús “la luz del mundo” (Juan 8:12), pidiéndole con humildad que nos capacite para ser “luminares en el mundo” (Filipenses 2:15).  

  1. Jesús es la luz verdadera que hace resplandecer la verdad y revelará en toda su magnitud las tinieblas del pecado; gracias a Su Sacrificio de amor y a la obra del Espíritu Santo (1 Pedro 5:8), nuestros corazones se arrepienten, con el consecuente resultado de la esperada liberación y salvación de nuestras vidas.
  2. La única forma de alejar las tinieblas del pecado, es con la luz que emana de Jesús.

HG/MD

“Y no tengan ninguna participación en las infructuosas obras de las tinieblas sino, más bien, denúncienlas” (Efesios 5:11).