Mártires de la fe

Europa Oriental: Un prisionero hambriento

Un creyente encarcelado estaba hambriento e irritado.  Un teniente había venido a interrogarlo de nuevo, y no deseaba que lo interrogaran.  Pensó: “¿Por qué debo ser yo el que interrogan siempre?”

Así que inundó al oficial con preguntas: “¿Cree en Dios? ¿Qué le sucederá cuando muera?  ¿Cómo llegó a existir este mundo precioso?  Al final pudo comunicar el mensaje completo de salvación al oficial interesado.  Para sorpresa del prisionero, el teniente entregó de inmediato su vida Cristo.

El oficial también le dio su almuerzo al prisionero hambriento.  El cristiano estaba agradecido que Dios le diera de comer y lo utilizara aun con su irritado humor.

En otra oportunidad, este mismo hombre estaba incomunicado y de nuevo, especialmente hambriento.  Entonces recordó las palabras de nuestro Señor y que luego Santiago reafirma sobre la opción de regocijarse bajo la persecución.  Enseguida se levantó y comenzó a alabar a Dios y a bailar alrededor de su pequeña celda.  Su regocijo pronto atrajo la atención del guardia.

Hermanos míos, tengan por sumo gozo cuando se encuentren en diversas pruebas sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia. Pero que la paciencia tenga su obra completa para que sean completos y cabales, no quedando atrás en nada

Santiago 1:2-4

Cuando el guardia lo revisó, estaba seguro que el creyente se había vuelto loco.  Los guardias tenían las instrucciones de tratar a los locos con amabilidad, así que le trajo al creyente un poco de queso y un pan.

De nuevo, Dios proveyó.  El pensamiento iluminó al prisionero cristiano: “Es mejor ser un tonto en Cristo que un “sabio” que está enojado de manera insensato por cosas que no puede cambiar”.

Muchas personas están locas por controlar, las que necesitan mantener a su mundo bajo un control constante.  Es lamentable, pero hay algunas cosas que están a nuestro alcance y las cosas que no podemos controlar es un secreto para el éxito.  Por ejemplo, no tenemos la posibilidad de controlar lo que otros dicen, pero sí tenemos la opción de orar por los que nos insultan.  Preocuparse por lo que está fuera de nuestro control es la simple naturaleza humana.  Lo que no podemos controlar, tratamos de manipularlo. Sin embargo, Dios dice que dejemos de manipular las circunstancias y confiemos en Él.  Como el prisionero en esta historia.  Dios nos recuerda que sólo pongamos su Palabra en acción obedeciéndola a plenitud.  Él se encargará del resto.

“Bienaventurados son cuando los hombres los aborrecen, cuando los apartan de sí y los vituperan, y desechan el nombre de ustedes como si fuera malo, por causa del Hijo del Hombre

Lucas 6:22

Adaptado de: Devoción Extrema, la Voz de los Mártires, pag.142