Lectura: Mateo 11:25-30

En toda instalación eléctrica adecuada existen los cortacircuitos, disyuntores, interruptores automáticos o circuit breaker en inglés, su función es simple, cortar el paso de la corriente eléctrica si se cumplen determinadas condiciones, con esto se protegen los equipos y todo el sistema eléctrico contra cortos circuitos o sobrecargas peligrosas. 

Es por esto que en ocasiones entran en funcionamiento o se activan cuando se conectan muchos equipos a una sola toma eléctrica, previniendo una sobrecarga del sistema.

Algo similar nos puede pasar como creyentes.   Muchos creyentes creen que la vida cristiana es un llamado interminable, maratónico y agotador de aventuras para cumplir con la voluntad de Dios, pensando que el activismo es un sinónimo de espiritualidad, y no es raro que tengan como uno de sus versos favoritos: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).  Pero más pronto de lo que imaginan, su gozo inicial en el servicio se opaca al quedar cansados y estresados cuando algunas de sus metas no empiezan a cumplirse, y les pasa igual que una conexión sobrecargada, comienzan a presentarse problemas en su vida.

Todos tenemos un límite de energía.  Demasiadas veces he sentido que mis circuitos se sobrecargan y que el cortacircuitos está por activarse. El cristianismo es una fe en acción, pero también requiere de pausas, debe haber tiempo para el descanso y la recarga de energía, tal como vemos en los siguientes ejemplos:

  • Jesús les enseñó ese principio a sus discípulos (Marcos 6:31).
  • Marta tuvo que aprenderlo (Lucas 10:38-42).
  • A Moisés se le prometió (Éxodo 33:14).
  • El Padre incluso lo dio como ejemplo (Génesis 2:2-3) y también lo hizo el Hijo (Lucas 5:15-16).

Al igual que los cortacircuitos han sido ingeniosamente diseñados para que, cuando la carga eléctrica se encuentre muy pesada se activen para protegernos del peligro, nosotros como creyentes debemos estar conscientes de nuestras limitaciones y hacer descansos, para que luego continuemos adelante con nuestra misión de compartir el evangelio y lo que aprendemos con otros.

  1. ¿Cómo están tu vida y tus horarios? ¿Se encuentran en niveles peligrosos? ¿Qué tienes que apagar?  ¿Cómo estás recargando tu vida, estás orando, meditando en su Palabra, durmiendo las horas adecuadas?  ¿Estás dejando que también otros te ayuden?
  2. Descansa en el Señor, deja que Él te guíe para ser útil en su obra.

HG/MD

“Vengan a mí, todos los que están fatigados y cargados, y yo los haré descansar” (Mateo 11:28).