Lectura: Tito 3:1-11
Morris Frank (1908-1980) perdió la visión de ambos ojos cuando apenas tenía 16 años. En un viaje a Suiza conoció a Buddy, el perro que lo incentivó a participar en la escuela de perros guía Seeing Eye, en español, Ojo que ve.
Frank aprendió a andar por aceras e intersecciones llenas de gente gracias a su fiel compañero Buddy. Así describió la libertad que su guía le proporcionaba: “Es maravilloso, ya que Buddy y una correa de cuero me vinculan con la vida”. Este perro le brindó a Morris Frank una nueva clase de acceso al mundo que lo rodeaba.
De una manera más maravillosa, el Espíritu Santo de Dios nos da acceso a la vida espiritual abundante en Jesús. Cuando aceptamos a Cristo como Salvador, Dios lava nuestros pecados y nos renueva, tal como el apóstol Pablo lo describe a continuación: “…la renovación del Espíritu Santo que él derramó sobre nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro Salvador.” (Tito 3:5-6).
En el momento que conocemos al Señor, el Espíritu Santo nos ayuda a experimentar el amor de Dios (Romanos 5:5), a entender su Palabra (Juan 14:26), a orar (Romanos 8:26) y a abundar en esperanza (Romanos 15:13), por lo que como creyentes debemos permitir que el Espíritu Santo sea el guía de nuestras vidas.
- Recuerda que el Espíritu Santo es tu guía para vivir en Cristo.
- Cuando cedes el control de tu vida al Espíritu Santo, el cambio que ocurre no sólo te afecta a ti sino también a quienes te rodean.
HG/MD
“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios” (Romanos 8:14).