Lectura: Apocalipsis 5:8-14

Cuando era un joven, una de las cosas que más me gustaba de mi iglesia local, eran los hermosos cánticos e himnos que hablaban de una forma muy poética sobre nuestra relación con Dios.

Mi corazón desbordaba de gozo y gratitud al entonar canciones que hablaban del amor de Dios hacia nosotros en Cristo Jesús. Me encantaban la sencillez de las melodías y la grandeza de Aquel a quien exaltan las estrofas.  Las letras de aquellas canciones relataban de la vida del Hijo de Dios, quien vino a esta tierra, vivió una vida perfecta y se entregó por nosotros en la cruz (Lucas 23:33); resucitó de la tumba (Lucas 24:6) y ahora está sentado a la diestra de Dios (Hebreos 1:3).

Un día, nos uniremos con miles y miles para adorar, diciendo: «Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos» (Apocalipsis 5:13).

Hasta ese entonces, busquemos sabiduría en Su Palabra y sigamos Sus caminos para permitir que Jesús sea el más amado, por encima de todo en nuestra vida.

1.    Nuestra adoración a Jesús nunca será suficiente.

2.    Cantemos con todo nuestro corazón a aquel que nos dio la vida.

HG/MD

“¡Vengan, cantemos con gozo al Señor! Aclamemos con júbilo a la roca de nuestra salvación” (Salmos 95:1).