Lectura: Efesios 1:3-14

La tendencia a nivel mundial para realizar pagos de productos y servicios en los últimos años, ha sufrido cambios dramáticos, ya que aun en los países con menos poder adquisitivo, en lugar de utilizar efectivo ahora las personas utilizan tarjetas de crédito o dinero plástico.

En general, para los países es muy costoso realizar emisiones de billetes y monedas físicas, y para las personas es más seguro no portar dinero en efectivo, ya que esto se convierte en un imán para que los delincuentes asalten e incluso hieran o maten a sus víctimas.

Sin embargo, no todo es positivo, ya que muchos llegan a endeudarse de una forma descontrolada, sobrepasando sus presupuestos y la cantidad de dinero que en realidad tienen como paga por sus trabajos, y otros ingresos que reciben.  Es en estas circunstancias, cuando surge el hábito de transferir las deudas rutinariamente a una tarjeta nueva que ofrece un bajo interés como propaganda para su introducción, y cuando ese periodo de introducción vence, nuevamente cambian su deuda a otra tarjeta.

Este comportamiento es sumamente riesgoso, debido que se evade el pago de la deuda constantemente en lugar de pagarla, con lo cual no se afronta el problema para resolverlo.  Al pensar en ello, surge la pregunta: ¿Acaso es posible tratar nuestra cuenta espiritual de esta misma forma?  ¿Pensamos que es suficiente la promesa de cambiar y esforzarse más, haciendo solamente pagos mínimos? ¿Qué necesitamos para resolver nuestro problema de la gigantesca deuda por causa de nuestro fracaso y pecado?

En nuestra lectura devocional de hoy, podemos comprobar que las buenas nuevas del evangelio si tienen un significado completamente positivo para nuestras vidas, ya que, con el inmensurable sacrificio de nuestro Señor en la cruz, Él pagó la deuda que nosotros no podíamos haber pagado jamás, y mejor aún, ese pago fue por la deuda completa.  

  1. ¿En qué estado se encuentra tu libro de contabilidad espiritual? ¿Aún se encuentra lleno de pagos mínimos de tus propios esfuerzos, o ya tu deuda ha sido cancelada por la gracia de Dios?
  2. Hoy es el día que hizo Dios para que puedas decir que tus deudas fueron por completo canceladas.

HG/MD

“En él tenemos redención por medio de su sangre, el perdón de nuestras transgresiones, según las riquezas de su gracia” (Efesios 1:7).