Lectura: Salmos 150:1-6

El predicador inglés Charles Spurgeon (1834-1892), escribió las siguientes palabras que recomendaba estuvieran en la mente de cada creyente a la hora de despertar: “Que tus pensamientos sean salmos, tus oraciones incienso, y tu respiración alabanza”.

Esta frase es muy interesante, tomemos un segundo para examinarla: “que tus pensamientos sean salmos”; los 150 Salmos que componen este libro contienen toda una variedad de temas, que incluyen desde la tristeza hasta la alabanza, desde la realidad de la maldad del mundo hasta las expresiones más sublimes sobre la dependencia en Dios.  Es por ello que resulta reconfortante iniciar las mañanas inspirando nuestras vidas con las palabras vivas que encontramos en su Palabra, y en especial con este hermoso libro lleno de poesía y sabiduría.

“Que tus oraciones sean como incienso”; tanto en el tabernáculo como en el templo había un común denominador, la presencia de este preparado aromático que se quemaba continuamente para ofrecer un fragante perfume ante Dios (Éxodo 30:7-8).  De la misma forma, nuestras oraciones son como el incienso (Salmos 141:2) que llegan ante la presencia de Dios como olor fragante, nuestra adoración y la necesidad que tenemos de Él.

“Que tu respiración sea alabanza”; el mismo libro de Salmos termina con las siguientes palabras: “¡Todo lo que respira alabe al SEÑOR! ¡Aleluya!” (Salmos 150:6).  Hablar de Dios, así como nuestra alabanza hacia Él, debe ser tan natural como respirar.

  1. Recuerda mantener al Señor en tus pensamientos, oraciones y palabras.
  2. Un corazón lleno de alabanza es el que ha comprendido en Quien ha confiado.

HG/MD

“¡Todo lo que respira alabe al SEÑOR! ¡Aleluya!” (Salmos 150:6)