Arqueología e Historia

Heb. 1035 Beth-Léjem, בֵּית־לֶחֶם = «casa del pan»; Sept. and NT 965 Bethleem, Βηθλεέμ. Nombre de dos ciudades bíblicas. Su denominación parece estar relacionada con el amorreo bit lahmi, “casa de la diosa Lahmu”, divinidad babilonia de la creación, quizás porque en Belén antiguamente esa divinidad poseía un santuario específico.

1.      Belén de Judá.
2.      Belén de Zabulón.

I. BELÉN DE JUDÁ.

Ciudad de la tribu de Judá (Jue. 17:7–9; 19:1, 18; Rt. 1:1; 1 Sam. 17:12), situada a 8 km. al sur de Jerusalén, en medio de fértiles valles y rodeada por onduladas colinas, a 716 m. sobre el nivel del mar. Actualmente está habitada por cristianos y musulmanes dedicados al pastoreo, a la agricultura y a trabajos artesanales con madera de olivo tallada a mano, tarjetas decoradas con hojas secas coloreadas, joyería de madreperla y bordados. Su primera mención en un documento histórico es en las cartas de El Amarna, donde un príncipe de Jerusalén dice al fararón Akenatón (siglo XIV a.C.) que Bet Lahmi, ciudad perteneciente a Jerusalén, se ha pasado al enemigo del faraón y debe ser reconquistada. En la Biblia aparece por primera vez en el episodio de la muerte de Raquel al dar a luz a Benjamín (Gn. 35:19). Es también la patria de un levita anónimo, contratado como sacerdote por Miká (Jue. 17:7–9). De allí era asimismo la esposa de otro levita, humillada y violada por los benjaminitas (19:1). En Belén está ambientada la historia de Rut (Rt. 1:1, 19, 22). Pero sobre todo la ciudad es famosa por ser la patria del rey David (1 Sam. 17:12). En ella el joven David fue ungido por Samuel como rey (1 Sam. 16:1–13). Ocupada momentáneamente por los filisteos (2 Sam. 23:14), más tarde el rey Roboam la embelleció y restauró (2 Cro. 11:6). Los judíos que volvieron del destierro la repoblaron (Esd. 2:21; Neh. 7:26). En épocas posteriores fue habitada por un clan efrateo (1 Cro. 2:51; 4:4), de donde recibió el sobrenombre de Efratá (Miq. 5:1; Rt. 4:11; 1 Cro. 2:24). Esto llevó a un glosador tardío a situar la tumba de Raquel en Belén (Gn. 35:19; 48:7), cuando en realidad se hallaba más al norte, en el territorio de Benjamín (1 Sam. 10:2).

Campo de los pastores, a unos 3 kilómetros al este de Belén

En el NT, la profecía de Miqueas situó el nacimiento del Mesías en Belén (Mt. 2:1–6; Jn. 7:42). De hecho, los evangelistas Mateo y Lucas afirman expresamente que Jesús nació en Belén (Mt. 2:1; Lc. 2:6–7). Sin embargo, Marcos y Juan dan a entender que Jesús nació en Nazaret (Mc. 1:9; 6:1; Jn. 1:45). Siempre lo llaman “Jesús de Nazaret”, y cuando en la Biblia se coloca el nombre de una persona seguido de un topónimo suele tratarse de su lugar de nacimiento, como en el caso de Pablo de Tarso (Hch. 9:1), José de Arimatea (Mc. 15:43), Lázaro de Betania (Jn. 11:1), o Amós de Técoa (Am. 1:1). San Pablo, que mantuvo acaloradas discusiones con sus lectores para convencerlos del mesianismo de Jesús, y al que le hubiera venido muy bien esa información, la desconoce totalmente. Además, los relatos de Mateo y Lucas presentan el nacimiento de Jesús en Belén de manera contradictoria. En efecto, según Mateo, Jesús nació en Belén porque sus padres vivían allí y tenían su casa (Mt. 2:11), mientras que según Lucas, Jesús nació Belén debido a un censo pero tenían su casa en Nazaret (Lc. 2:4, 26).

También según Mateo, el niño Jesús permaneció casi dos años en Belén (Mt. 2:16) y luego huyó a Egipto, mientras que según Lucas, Jesús fue a vivir a Nazaret al mes y medio de nacer (Lc. 2:39). Estas contradicciones han llevado a la mayoría de los estudiosos actuales a sostener que los relatos del nacimiento de Jesús en Belén no son un dato histórico, sino teológico. Pretenden afirmar simplemente que Jesús era el Mesías anunciado por las profecías. Un antiguo oráculo del profeta Natán había asegurado a la familia de David un descendiente permanente en el trono de Jerusalén (2 Sam. 7:4–16). Pero los posteriores reyes de Jerusalén, desentendidos del sufrimiento del pueblo, desilusionaron a los israelitas. Hacia el año 720 a.C. el profeta Miqueas anunció que el futuro Mesías debía nacer en Belén (Miq. 5:1–3). Miqueas se refería al príncipe Ezequías, hijo del rey Ajaz, que había nacido en Belén, donde su madre la reina Abí estaba descansando, a diferencia de los reyes anteriores, que nacían en el palacio real de Jerusalén. El anuncio del profeta pretendía centrar las esperanzas mesiánicas en el futuro joven rey, sucesor de Ajaz. Pero Ezequías, si bien durante su reinado llevó a cabo una reforma religiosa (2 Cro. 29:3–31:21), no colmó las expectativas puestas en él. Con el paso del tiempo la profecía de Miqueas se volvió famosa, de tal manera que en la época de Jesús un gran sector del judaísmo, aunque no todos, esperaba literalmente que el futuro Mesías naciera en el pueblo de Belén (Mt. 2:1–6; Jn. 7:41).

Durante los primeros años del cristianismo, los predicadores cristianos tuvieron dificultades en presentar a Jesús como Mesías por su origen nazareno. Entonces algunas comunidades cristianas, menos preocupadas por el hecho histórico del nacimiento de Jesús que por la certeza de su mesianismo, lo presentaron como oriundo de Belén, no para falsear la realidad, sino para resaltar la idea teológica de que era el Mesías. Marcos no incluyó en su Evangelio esa información porque sus destinatarios eran de origen pagano. En cambio Mateo y Lucas sí lo hicieron, porque muchos de sus lectores eran cristianos procedentes del judaísmo, a los cuales les preocupaba que Jesús fuera el Mesías descendiente de David. Por su parte Juan tampoco tuvo interés de incluir en su Evangelio el nacimiento de Jesús en Belén porque presenta a Jesús como preexistente, procedente del Cielo, de junto a Dios (Jn. 1:1–18), sin importar su origen terreno. Esa es la razón por la que tanto Marcos como Juan conservaron el dato histórico del origen nazareno de Jesús.

Belén en 1698, por el artista neerlandés Cornelius de Bruijin.

Muy pronto en el cristianismo primitivo surgió la tradición del nacimiento de Jesús en una cueva o «gruta de Belén», mencionada por Justino Mártir (Diálogo con Trifón, 78), de amplia aceptación por su simbolismo religioso. Orígenes asegura casi un siglo después: «En Belén está señalada la cueva donde él nació, y el pesebre donde fue envuelto en pañales; la creencia allí y entre los forasteros es que por cierto Jesús nació en esa cueva» (Contra Celso, I, 51). Esa tradición se reproduce en los evangelios apócrifos, como el Protoevangelio de Santiago (XVIII) y el Evangelio del Pseudo Mateo (13, 2). Actualmente en el sitio tradicional de la gruta se erige una iglesia llamada «Iglesia de la Natividad», punto importante de peregrinación de la Cristiandad. La primera construcción se remonta a Constantino I en el año 330, luego restaurada por Justiniano. Es una de las estructuras bizantinas más antiguas.

Calle actual de Belén
Muro en Beit Jala (afueras de Belén) bordeando la carretera que conduce a Jerusalén (actualidad).

II. BELÉN DE ZABULÓN.

Pequeño poblado, a unos 11 km. al suroeste de Séforis y 11 km. al noroeste de Nazaret. En la Biblia aparece como una de las doce ciudades pertenecientes a la tribu de Zabulón (Jos. 19:15). Ciudad natal del Ibzán, noveno juez de Israel, y también lugar de su sepultura (Jue. 12:8, 10).

BIBLIOGRAFÍA: M. McNamara, “Belén”, en EB 1 (Garriga 1963); G. Adam Smith, Geografía histórica de la Tierra Santa (Edicep, Valencia 1985); F. Díez, Guía de Tierra santa. Historia. Arqueología. Biblia (Verbo Divino, Estella 1993); J. González Echegaray, Arqueología y Evangelio (Verbo Divino, Estella 1994); J. Meier, Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico 1 (Verbo Divino, Estella 1998); A. Álvarez Valdés, “¿Dónde nació Jesús?”, en Enigmas de la Biblia 8, (San Pablo, Buenos Aires 2007); A. Strobel, “Βηθλεέμ, Bethleém”, en DENT I, 641–644.

A. ÁLVAREZ VALDÉS

A. Alvarez Valdés, «BELÉN», ed. Alfonso Ropero Berzosa, Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia (Viladecavalls, Barcelona: Editorial CLIE, 2013), 311–312.