Lectura: 1 Tesalonicenses 4:9-12

Creo que a la gran mayoría de nosotros en algún momento de nuestras vidas nos han hecho la siguiente pregunta: “¿Qué quieres hacer cuando seas grande?”  Por supuesto, esta pregunta tiene un componente de curiosidad, pero también otro motivacional, ya que comúnmente quien la hace quiere que pensemos en el futuro que nos espera.

Es algo muy normal que la respuesta a esta pregunta cambie a lo largo de la vida.  Comúnmente inicia con oficios muy llamativos como: bomberos, policías, vaqueros, super héroes, deportistas, artista de cine, entre otros oficios; pero luego aparecen los oficios un poco más complejos, como: ser doctor, constructor, veterinario, enfermera, ingeniero, abogado, etcétera.  No obstante, quizás muy pocos dirán: “¡Lo que quiero es tener una vida tranquila!”.

Esto fue lo que el apóstol Pablo les dijo a los tesalonicenses, los invitó a amarse los unos a los otros, en especial a los de la familia de la fe (1 Tesalonicenses 4:10), luego los motivó a lo siguiente: “Tengan por aspiración vivir en tranquilidad” (v.11a), y después de esto, para que quedara más claro el concepto, agregó: “…ocuparse en sus propios asuntos y trabajar con sus propias manos, como les hemos mandado” (v.11b), todo ello con el fin de tener una vida tranquila y plena (v.12).

Todos necesitamos soñar y aun más nuestros niños y niñas, pero, aunque podemos animarlos a cumplir con sus aspiraciones, también debemos explicarles que todo ese esfuerzo por salir adelante, deben realizarlo en función de mantener una vida tranquila y que agrade a Dios.

  1. Luchar por nuestros sueños y la tranquilidad en este mundo, son dos cosas que comúnmente no van de la mano; sin embargo, la Biblia nos llama a tener un balance entre ambos, atendiendo nuestras tareas diarias y deteniéndonos para valorar si lo que hacemos brinda la gloria a Dios.
  2. ¿Qué quieres hacer cuando seas grande?  Espero que tu respuesta incluya servir a Dios, sin importar tu oficio o aspiración.

HG/MD

“Tengan por aspiración vivir en tranquilidad, ocuparse en sus propios asuntos y trabajar con sus propias manos, como les hemos mandado” (1 Tesalonicenses 4:11).