Lectura: Salmos 46:1-11

Unos amigos estaban practicando ciclismo en una zona rural, los paisajes eran bellísimos y el aire que respiraban era refrescante, muy diferente al que estaban acostumbrados a respirar en la gran ciudad en la cual vivían.

Pero, en una curva del camino uno de ellos no se percató de que había una rama en la carretera y al pasar sobre ella se resbaló y calló, como consecuencia uno de sus tobillos se inflamó y no pudo seguir; el pueblo en el cual se estaban hospedando estaba a una hora, así que les dijo a sus amigos que se fueran y él los esperaría allí para que lo llevaran en automóvil a la ciudad.

Mientras estaba sentado esperando, un automóvil se detuvo y el hombre que conducía le preguntó si todo estaba bien.  Él le explicó lo sucedido y le dijo que estaba esperando que sus amigos regresaran.  El hombre le dijo: “Entra al auto; te llevaré de regreso adonde estás hospedado”, entonces fue cojeando hasta el auto y abrió la puerta, al acercarse se dio cuenta de que el conductor era un deportista muy famoso del país.

Ciertamente puede ser muy impactante recibir ayuda de una figura pública, como por ejemplo un deportista o un personaje famoso, sin embargo, tenemos una oferta aún más increíble.  El Dios Creador del universo vine a nuestro mundo, ve nuestros problemas y ofrece sus recursos para ayudarnos. Como afirma el salmista con confianza: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46:1).

Nuestro Salvador nos ayuda al darnos su gracia para soportar, su Palabra que nos sustenta, amigos para alentarnos y orar por nosotros, y la seguridad de que Él utilizará todas las cosas para nuestro beneficio espiritual.

  1. La próxima vez que te sientas varado en el camino de la vida, busca a tu Ayudador.
  2. Nuestro Dios está siempre a una oración de distancia, llámalo cada día para que te guíe en tu camino de fe.

HG/MD

“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46:1).