Lectura: Salmos 46:1-11

Durante esta temporada de verano, en el hemisferio norte se han estado experimentando muchos problemas climáticos, lo cual ha causado múltiples incendios que han destruido muchísimo territorio de bosque, y ha cobrado la vida de muchas personas que podemos considerar normales y de beneficio para nuestras sociedades; por ejemplo, han muerto algunos bomberos quienes luchaban contra las llamas, con el fin de salvar a las personas y sus propiedades.  En esos momentos es cuando nos podemos preguntar, por qué le suceden cosas malas a quienes consideramos son buenas personas.

Sobre este tema, los versos 2 y 3 del Salmo 46, nos describen una situación escalofriante: la tierra y las montañas se mueven y los mares se agitan para todos; sin embargo, la verdad que expresa el salmista se repite y se acepta una y otra vez: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (v.1). 

En ocasiones nos encontramos de esa forma: sufriendo por algún problema familiar, con una enfermedad, o atravesando una situación financiera problemática.  Entonces, estando en medio de esas circunstancias problemáticas, podemos vernos tentados a asociar que la presencia de problemas significa la ausencia de Dios, lo cual es totalmente equivocado; veamos lo que nos dice el salmista: “El Señor de los Ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob” (v.7, 11).

Nunca debemos olvidar que Dios está también presente y acompañándonos cuando la vida se torna complicada, y en Él podemos encontrar verdadero consuelo ya que es amoroso y digno de confianza.

  1. Ayúdame Señor a confiar en ti, aun cuando las circunstancias traten de nublar tu presencia en el humo de la prueba.
  2. Gracias Señor por estar conmigo siempre.

HG/MD

“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmos 46:1).