Lectura: 1 Timoteo 4:6-11

Buenos días, tan sólo faltan 8 horas para terminar la jornada laboral del viernes”; esa es la promesa que todos los viernes en la mañana hace el locutor que acompaña a los conductores en el denso tráfico de nuestras carreteras.  Muchos de sus oyentes quizás piensen: “Ya faltan pocas horas para ir a ver mi serie favorita o este sábado voy a conducir en bicicleta, o quiero ir a la playa para correr por la arena en la tarde y luego ver el atardecer, o simplemente quiero dormir hasta tarde en la mañana”.

El ejercicio regular, la recreación y por supuesto el descanso, pueden ayudarnos a restaurar nuestra perspectiva, a tonificar un poco nuestros músculos y recargar baterías.  El problema de todo esto radica en que hoy día, muchas personas están obsesionadas con llevar una “vida saludable” y hacen tanto énfasis en esto que dejan de lado el ejercicio espiritual. 

Quizás muchos no estarán de acuerdo con las siguientes palabras de Pablo: “…ejercítate para la piedad.  Porque el ejercicio físico para poco aprovecha; pero la piedad para todo aprovecha pues tiene promesa para la vida presente y para la venidera” (1 Timoteo 4:7-8).   No debemos malentender a Pablo; lo que está diciendo es que existe un ejercicio aun mejor que el físico y es el ejercicio espiritual regular, que incluye la oración (1 Tesalonicenses 5:17), el estudio bíblico meditando en las maravillas que encontramos en su Palabra (2 Timoteo 3:16-17), compartir sobre Jesús con otros (2 Timoteo 4:2), servir a otros (Romanos 12:7), vivir una vida pura y santa (1 Pedro 1:16). Todas estas cosas nos servirán tanto ahora como para la eternidad.

1. Anhelar el fin de semana no es malo; tampoco hay nada de malo en querer andar en bicicleta, hacer un poco de ejercicio o querer dormir un poco más; sin embargo, recuerda que existe un ejercicio aún mejor.

2.    Si quieres mantenerte en forma espiritual, aliméntate diariamente con la Palabra de Dios y ejercita tu fe.

HG/MD

Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para la enseñanza, para la reprensión, para la corrección, para la instrucción en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente capacitado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:16-17).