Lectura: Jeremías 15:15-21

Me alegro de que de niño me gustasen los frijoles, porque mi madre los preparaba todos primeros días de Año Nuevo.  No lo hacía porque pensaba que eso traería buena suerte, como creen algunas personas, pero la práctica persistió en nuestro hogar.

Muchos americanos le dan la bienvenida al Año Nuevo comiendo col (repollo), arenque, sardinas, miel o sal.  Los japoneses comen fideos largos.  Los griegos hornean un pan especial.  En España, la costumbre es comer doce uvas individuales durante los segundos inmediatamente anteriores al año nuevo.  Los antropólogos dicen que comer ciertos alimentos para cambiar la suerte se remonta a la antigua Babilonia.

El profeta Jeremías no estaba buscando buena suerte.  Como portavoz de Dios en una época difícil en la historia de Israel sufrió rechazo y persecución.  No obstante, la Palabra de Dios produjo un gozo profundo en su corazón.  En una vívida declaración le dijo a Dios: “Fueron halladas tus palabras y yo las comí; y tú palabra me fue por gozo y por alegría a mí corazón…” Jer. 15:16.

Comer frijoles no va influir absolutamente para nada en el año que tenemos por delante.  Pero si hago que la Palabra de Dios sea parte de mi vida cada día a través de la lectura, el estudio y la memorización, eso sí cambiará las cosas.  La Biblia es materia de reflexión y alimento para el nuevo año. – DCM / NPD