Lectura: Romanos 4:13-25

Las promesas son agua fresca para el corazón sediento en el desierto de la vida.  Los niños se sienten seguros debido a la promesa de sus padres de mantenerlos a salvo.  Las parejas cuando se casan se prometen frente al altar fidelidad, amor y lealtad.

Los negocios dependen de promesas que se ofrecen a los clientes sobre los productos y servicios, así como de la seguridad que brindan los proveedores y vendedores.  Los países permanecen en paz gracias a las promesas de sus vecinos de respetar las fronteras.

No obstante, en las relaciones, los negocios y los países, se rompen las promesas, razón por la cual los corazones de las personas sufren como consecuencia de ello.  Sin embargo, a pesar de todo esto, hay Uno que sí cumple las promesas que ha hecho y ese es Dios.  En Su Palabra encontramos cientos de promesas, las cuales ha cumplido y cumplirá; incluso contiene un sin número de promesas para nuestro tiempo.

Si alguien pudo haber tenido dudas sobre las promesas que Dios le había hecho, era Abraham, sin embargo, él: “creyó contra toda esperanza…” (Romanos 4:18).  Dios le había prometido que él y su esposa tendrían un hijo pese a una edad tan avanzada como la que él tenía, más de 90 años; esto no pudo haber sucedido sin la intervención divina.

  1. ¿Has perdido la esperanza? Entonces puedes escudriñar Su Palabra y encontrarás promesas de Dios para este tiempo, para ti, promesas que traerán vida a tu abatido corazón.  
  2. El creyente siempre verá con esperanza su futuro, le basta asomarse por la ventana de las promesas de Dios.

HG/MD

“Pues ¿qué dice la Escritura? Y creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia” (Romanos 4:3).