Lectura: Efesios 4:17-24

En un grupo de estudio bíblico estaban estudiando el libro de Efesios; el estudio estaba enfocado en los versos del 17 al 24.  Pero esa noche pasó algo diferente, dentro de los asistentes al grupo estaba Sofía, y en medio de la lectura del pasaje a ella le empezaron a caer lágrimas por sus mejillas.  La persona que estaba leyendo paró de leer, y le preguntó qué le sucedía.

Ella respondió con voz entrecortada: “Lloro, porque al oír el pasaje, me recuerda lo perdida que estaba antes de conocer el mensaje de salvación por medio de Jesús, y al mismo tiempo pienso en todos aquellos que están perdidos, separados de Dios, sin esperanza y ciegos a las verdades, eso me entristece, porque no son pocas personas las que están en esa condición, son miles de millones.”

Estas palabras sirvieron para que muchos otros en el grupo de estudio bíblico, admitieran avergonzados que jamás habían sentido aquel tipo de obligación por los perdidos.

El apóstol Pablo fue muy claro al expresar la condición en la que se encuentran los perdidos: “teniendo el entendimiento entenebrecido, alejados de la vida de Dios por la ignorancia que hay en ellos, debido a la dureza de su corazón” Además manifestó que tenía: “…gran tristeza y un continuo dolor en el corazón: porque desearía yo mismo ser separado de Cristo por el bien de mis hermanos, los que son mis familiares según la carne (Romanos 9:1-3).

Está bien sentirnos mal por la condición de las personas que aún no siguen a Jesús como Señor y Salvador, y más sabiendo que Dios, “…es paciente para con ustedes porque no quiere que nadie se pierda sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).  Pero no podemos quedarnos tan sólo con la tristeza, ese sentimiento debe llevarnos a la acción, esas miles de millones de personas necesitan escuchar de Jesús, nosotros tenemos el gran privilegio dado por Dios para compartírselos, busquemos oportunidades y formas creativas de compartir el mensaje de salvación con todo aquel que lo quiera oír.

  1. Sé sensible a la necesidad de las personas que aún no han conocido del sacrificio y perdón que encontramos sólo en Jesús.
  2. Puedes llorar, pero habla también con otros sobre el regalo de Jesús: la salvación.

HG/MD

“El Señor no tarda su promesa, como algunos la tienen por tardanza; más bien, es paciente para con ustedes[a] porque no quiere que nadie se pierda sino que todos procedan al arrepentimiento.” (2 Pedro 3:9)