Lectura: Salmos 37:1-11

Hace algunos días miraba una de esas publicaciones en redes sociales, donde muestran las excentricidades de algunos famosos y personas con mucho dinero, con sus casas de lujo, perros con vacaciones de lujo, comidas exóticas, entre muchas otras cosas, al final de la publicación aparecía la frase: “La vida no es justa”.

La verdad no lo es, cualquiera que crea que esta vida es justa demuestra ser una persona que no tiene los pies sobre la tierra o es un soñador.

Sin embargo, a pesar de que la vida puede ser abrumadoramente injusta, David, muestra un lado humano que no es muy común. En el Salmo 37, literalmente ora para evitar la venganza, y en lugar de ello espera en el Señor pacientemente para que Él en su momento haga justicia en esta tierra (vv.5-7).

Y es que, no manejar bien la frustración, puede provocar en nosotros ira, y uno de sus frutos es la venganza, pero cuando reconocemos este error nos es más sencillo arrepentirnos y aceptar la perfecta voluntad de Dios.

Que más injusticia que la forma en la cual fue tratado el Señor en sus últimos días de su ministerio terrenal, fue apresado injustamente, le hicieron un juicio lleno de mentiras y fue condenado a muerte sin haber hecho nada malo, más Él no se defendió, pues había un plan aún más grande que se debía completar y era pagar el precio de nuestra salvación.

  1. Así que despojémonos de la envidia y el enojo, abandonemos la ira y esperemos pacientemente en el Señor.
  2. No busquemos venganza por nuestra propia mano sino confiemos en el Señor: “no se venguen ustedes mismos sino dejen lugar a la ira de Dios, porque está escrito: Mía es la venganza; yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12:19).

HG/MD

“No seas vencido por el mal sino vence el mal con el bien.” (Romanos 12:21).