Lectura: Salmos 122:1-9

Fue a finales del invierno en Chisináu (Kishnau), Moldavia, una ciudad cerca de la frontera de Rumania en lo que antes era una parte de la Unión Soviética.  En la que el “Tío Charlie” VanderMeer, director de Children Bible Hour (La hora de la Biblia para los niños), estaba de visita en la misma para alentar a los trabajadores creyentes y para contarles a los niños acerca de Jesucristo.

Ese era otro frío Domingo, lo cual no impidió que cientos de creyentes de Chisináu llegaran a adorar en una iglesia construida hacía 10 años atrás, en medio de una fuerte persecución comunista.  Según VanderMeer, de todos los que asistieron ese día, tan sólo unos 20 a 25 llegaron en coches.  El resto o bien caminó en la nieve (algunos tan lejos como 5 a 7 kilómetros) o tomaron el transporte público.  Algunos tuvieron que cambiar de autobús en al menos cinco ocasiones.  Y muchos hicieron la misma travesía para el servicio de la tarde. Estaba sorprendido por la dedicación de estas personas, el “tío Charlie” se preguntó, “¿Qué pasaría si en mi iglesia local, tuviéramos que hacer eso?”

Los creyentes de esta región de Moldavia, son iguales a las personas que David describió en el Salmo 122, estaban dispuestos a ir muy lejos para adorar a Dios. Ni los fieles en Jerusalén, ni los adoradores en Kishnau lo tenían fácil. Se enfrentaron a muchas dificultades y obstáculos, sin embargo, fueron juntos con alegría y dedicación.

Como creyentes, nosotros adoramos a ese mismo Dios viviente. ¡Vayamos a la casa del Señor con la misma alegría y entusiasmo!

1. ¿Vas a la iglesia con entusiasmo y por amor a Dios? ¿Oras durante la semana por tu iglesia, por tus líderes locales, y por tu propia preparación para la adoración?

2. Un buen indicador de nuestra temperatura de espiritual, es nuestra decisión por ir a la iglesia.

NPD/DB