Lectura: Deuteronomio 15:7-11
El hombre se sienta en la esquina de la calle día tras día, mendigando. Es pobre y está desesperado por algo de efectivo para gastarlo en comida.
No está sólo. Más de la mitad de la población del mundo vive por debajo de la línea internacionalmente definida de pobreza de menos de $2.00 al día. La pobreza y el hambre son un problema tan grande en nuestro mundo que nos es fácil sentirnos impotentes o que nuestro corazón se endurezca y no hagamos nada al respecto.
Pero Dios no cierra los ojos a las dificultades de los pobres. Cuando le dio a Su pueblo pautas para vivir, incluyó instrucciones en cuanto a maneras para cuidar de los necesitados (Deuteronomio 15:11). Le dijo a Su pueblo, “No endurecerás tu corazón, ni cerraras tu mano a tu hermano pobre, sino que le abrirás libremente tu mano, y con generosidad le prestaras lo que le haga falta para cubrir sus necesidades” (vv.7-8).
Dios también mandó a Su pueblo que no cosechara de los extremos de sus campos para que los menos afortunados pudieran recoger alimento (Levítico 19:9-10). Y Jesús mostró Su compasión por los pobres por medio de Sus palabras y acciones.
Como cristianos, no podemos ignorar las dificultades de los pobres hoy. Los individuos y las iglesias pueden unirse a las organizaciones cristianas que trabajan para combatir la pobreza mientras difunden la Palabra. Dios tiene compasión de los pobres. ¿Y nosotros?
1. Parte de la diferencia que podemos hacer en este mundo es tratar de mostrar el amor de Dios a otros y existen muchas formas, una de ellas es tener compasión por los pobres, sin llegar al extremo de sólo llenar el estómago y no el alma, debe ser un ministerio integral. ¿Estás dispuesto a entregarte al servicio de otros? (Marcos 10:44-45).
2 ¿Qué esperas para servir? Pide el consejo de tus líderes de iglesia local.