Lectura: Romanos 7:18-25

Una baja autoestima mal manejada puede llegar a ser un asesino potencial de las metas, las relaciones y de todo lo que emprendas en general.  Sin embargo, no es nuestro principal problema.   ¿Acaso Eva comió del fruto prohibido debido a que no podía aceptarse a sí misma?  ¿Acaso la rebelión de Lucifer y su caída del cielo fue debido a que él se sentía inferior al Dios Altísimo? ¿O fue el orgullo que les hizo pensar que tenían el derecho de saber más o ser más que el Señor le había creado?

En realidad, nuestro problema fundamental es nuestra culpa delante de un Dios santo. Irónicamente, esto significa que tenemos que sentirnos mal antes de que las cosas mejoren. Ciertamente todos debemos tratar de alentarnos mutuamente (1 Tes. 5:11). Y hemos de expresar el amor y la atención especial a los que han sufrido situaciones de abuso.

Pero todos nosotros, sin importar lo que hayamos hecho estamos condicionados desde la infancia, tenemos que admitir que hemos pecado y que tenemos la necesidad de nacer de nuevo.  También tenemos que darnos cuenta de lo equivocado que es ponernos a nosotros mismos como estándares de medición o compararnos con los demás (2 Cor. 10:12). Por encima de todo, debemos reconocer que no nos merecemos lo que Cristo hizo por nosotros en la cruz (Ti. 3:4-5).

1. ¿Has confiado en Jesús como su Salvador? La única manera de sentirse bien consigo mismo es creer y aceptar lo que Jesús ha hecho por ti.

2. Para sentirse bien consigo mismo, piense en quién es usted en Cristo.

NPD/MDH