Plan de Lectura: Isaías 21 – 23.
He descubierto que noventa o más porciento de las cosas por las que me he preocupado nunca sucedieron. Y cuando lo que he temido ha ocurrido, la gracia de Dios siempre ha sido suficiente.
Entonces, ¿para qué preocuparse? Es lo más tonto del mundo para un creyente. Esto no significa que deberíamos ir por la vida irreflexivamente.
Existe una gran diferencia entre la preocupación necia y una preocupación cuidadosa por el futuro. Para eliminar la preocupación debemos enfrentar los problemas y las responsabilidades futuras con fe, confiando en que Dios nos dará su gracia y provisión.
Debemos tener siempre presente que Dios está en control de todo y al ver el detalle, por ejemplo, que encontramos en los primeros versos de Isaías 21, el cual es un cuadro vivido del ataque de los persas (Elam, como un sátrapa persa) y de los medos (v. 2) que sorprendió a los defensores de Babilonia, los cuales estaban descuidados y de fiesta (v. 5), tal como se registra en el capítulo 5 de Daniel. Es sorprendente la exactitud de estas profecías.
1. Al mirar cómo Dios no solamente interviene en la vida de su pueblo, sino que también en el destino de tantas naciones, ¿Cómo crece tu confianza con el hecho de que Dios también controla lo que sucede en tu vida, aunque creas que sea insignificante en comparación a toda una nación?
2. ¿Por qué crees que quita a Sebna (posiblemente era el líder del partido proegipcio) y pone a Eliaquim como mayordomo de la Casa de David? Algunas de las cosas que promete a Eliaquim también son promesas para el Mesías. ¿Cómo entiendes la alegoría de las llaves de la Casa de David?
3. ¿Cómo describirías el papel de la nación de Israel en el plan de Dios? ¿Cuál papel crees que juega la Iglesia cristiana en nuestros días?
4. ¿Cómo entiendes el propósito de las profecías acerca de naciones como Babilonia y Tiro (Tiro tenía un alcance aun mayor que Babilonia; sus mercaderes eran conocidos desde el océano Indico hasta el canal de la Mancha)? (compárese con 1Reyes 10:22) Debemos recordar que cuando Isaías profetizó Babilonia todavía no era el imperio que conquistaría al mundo antiguo, y Tiro no era la ciudad rica que llegaría a ser.