Lectura: Lucas 2:8-20

Aprovechando estos días y ya que iba de camino a una reunión, escuché una lista de reproducción de cánticos navideños, entre los cuales estaba la canción: Alegría por doquiera, que nos habla del gozo debido a que Jesús vino a la tierra y a que tenemos el privilegio de adorarle.

Al oír las notas y letras de esa canción, muchos nos llenamos de alegría y consuelo porque sabemos que pronto volverá.  Pero, algunos no pueden entender el mensaje de esperanza que nos vino a compartir nuestro Señor y viven confundidos. Algunos han perdido un ser amado, otros siguen sin trabajo, padecen una grave enfermedad o tienen una depresión que no desaparece. Sus corazones claman a viva voz: “¡No hay alegría por doquiera, y menos para mí!”.

No obstante, para quienes hemos comprendido su plan, es bueno celebrar la venida de nuestro Señor a la tierra, y sobre todo lo que consiguió mientras estuvo con nosotros, que sus seguidores quisieran compartir sus enseñanzas que tienen como eje su muerte en la cruz por nuestros pecados y su resurrección victoriosa al tercer día.

Al entender esto, sí podemos cantar que existe gozo en nuestra alma, a pesar de la noche oscura que momentáneamente estemos atravesando. No estamos solos en medio del sufrimiento. Dios está a nuestro lado y promete que nunca nos abandonará (Hebreos 13:5), que su gracia basta (2 Corintios 12:9), que suplirá nuestras necesidades (Filipenses 4:19) y que nos dará el regalo asombroso de la vida eterna (Juan 10:27-28).

  1. Al repasar las promesas del Señor, podemos decir “Gloria a Dios en las alturas, estoy agradecido y gozoso por tu salvación”
  2. Con Jesús a nuestro lado siempre habrá un motivo para estar alegre.

HG/MD

“Pero el ángel les dijo: No teman, porque he aquí les doy buenas noticias de gran gozo que serán para todo el pueblo: que hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor.” Lucas 2:10-11