Lectura: Lucas 22:31-34

En los días que nuestro Señor caminaba en esta tierra, era normal ver a las damas zarandeando el trigo, tomaban un tipo de cedazo con ambas manos y con fuerza lo sacudían de un lado al otro.  Luego de esto tomaban el cedazo con un movimiento de vaivén al tiempo que soplaban el trigo con el fin de remover los restos de cizaña.  Era un proceso que en verdad demandaba un gran esfuerzo físico.

Esta fue la imagen que utilizó nuestro Señor para advertir a sus discípulos, sobre las grandes pruebas por las que tendrían que pasar cuando Él fuera tomado de entre ellos y llevado a la cruenta cruz.  Serían como el trigo, y el cernidor sería ni más ni menos que su más poderoso enemigo, Satanás.

Luego de hacer esa advertencia, el Señor tomó un tiempo para hablar con Pedro y le dijo: “Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falle…” (Lucas 22:32a).  Podemos preguntarnos por un segundo lo siguiente: ¿Acaso no fue la negación de Pedro, un fallo de su fe? (Lucas 22:54-62).  La respuesta no es simple, pero, piensa por un momento; si su fe no falló al negar a su Maestro, ni falló su amor por él, entonces ¿qué falló? Lo que falló fue su esperanza, que cuando desaparece también lo hace el valor, y el ser humano sin importar su edad, fuerza o inteligencia, se vuelve cobarde.

Vivimos tiempos difíciles y quizás algunos han empezado a “debilitarse” en su fe en el Señor con las acciones que realizan, y al igual que Pedro, quizás aún aman al Señor, pero cuán vergonzosas son muchas de nuestras acciones en momentos complicados, cuando nos volvemos cobardes.

Sin embargo; calma, no todo está perdido.  El Señor también le dijo a Pedro: “…Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos” (Lucas 22:32b).  Esas palabras están llenas de perdón, misericordia, restauración y de nuevas oportunidades para empezar a servir.

  1. Como creyentes todos hemos sido zarandeados por el enemigo alguna vez en nuestras vidas, pero no debemos dejar que esa experiencia bloquee nuestra relación con Jesús; no dejemos de hablar con Él, leer su Palabra, orar por otros, ayudar en lo que podamos. Las palabras de ánimo dichas por Jesús a Pedro, siguen retumbando en la eternidad y llegan hasta nosotros, si tenemos el valor de creerlas.
  2. Las maniobras del enemigo, nunca podrán compararse con el poder de nuestro poderoso Dios.

HG/MD

“Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falle. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos” (Lucas 22:32).