Lectura: Números 12:1-16

Seamos muy honestos, ¿qué pensarías si oyeras o leyeras sobre alguien que se refiere a sí mismo como “humilde”?  Quizás pensarías: “Esta persona es un tanto arrogante” o, “Alguien debería decirle que eso no se hace, ya que en el momento que te refieres a ti mismo como humilde, dejas de serlo”.

Hablando en términos generales, no es buena idea que nos promovamos orgullosamente. Si tratamos de hablar a los demás acerca de nuestra propia humildad, generalmente lo único que promovemos es nuestra propia insensatez.

Al pensar en esto, ¿qué hemos de hacer con Números 12:3? Allí es donde el escritor Moisés dice: “Moisés era un hombre muy humilde. En toda la tierra no había nadie más humilde que él” (RVA).

Existen varias posibles explicaciones a la afirmación de Moisés sobre ser humilde. Algunos eruditos sugieren que alguien añadió esta línea después de que Moisés escribió el libro de Números. Otros dicen que la palabra traducida como “humilde”, puede y debe traducirse como “manso” o “abatido”, lo cual implica las luchas con sus hermanos María y Aarón, y por supuesto con su pueblo rebelde. Pero, una tercera opción es que esas palabras eran totalmente ciertas, la Biblia es la Palabra de Dios para nosotros, y Él supervisó cada una de ellas.

Moisés, el gran líder del pueblo y un hombre que realmente vio a Dios en el monte Sinaí, mantuvo su humildad. No trató a los demás con prepotencia debido a su posición. No hizo alarde de sus estrechos lazos con el Padre. No dejó que el poder lo corrompiera. Exhibió un verdadero liderazgo espiritual al tiempo que mantuvo su ego bajo control.  Entonces, el misterio no fue lo que Moisés dijo, sino lo que hizo con ese poder y responsabilidad que Dios le dio.

  1. El liderazgo se muestra con el servicio, no es algo que se te sube a la cabeza y te controla para hacer que otros hagan lo que tú no quieres hacer, o para satisfacer tus deseos.
  2. La humildad se demuestra con el testimonio y se honra a Dios con ello.

HG/MD

“No hagan nada por contienda o por vanagloria. Al contrario, háganlo con humildad y considerando cada uno a los demás como superiores a sí mismo” (Filipenses 2:3).