Lectura: Hechos 4:5-12
Como cada cierta cantidad de tiempo el hombre de 40 años fue a renovar su licencia para conducir, había llevado consigo todos los documentos necesarios e hizo fila para hacer efectiva la transacción. Sin embargo, cuando llegó a la ventanilla recibió una noticia sorprendente. Ese día no recibiría su licencia de conducir.
No, no fue porque no mantuviera su señal direccional encendida todo el tiempo. Lo rechazaron porque no pasó el examen de la vista. El hombre quedó sorprendido. No tenía ni idea de que no podía ver lo suficientemente bien como para operar un vehículo. Aunque había hecho todo correctamente en la prueba, se le negó este importante documento.
Piensa en otra situación en la que se requiera tener todo en orden antes de recibir algo que es importante. Un día, todos nosotros nos presentaremos delante de Dios y nuestro destino eterno colgará en la balanza. Podríamos tener todas nuestras buenas obras, amabilidades y acciones de gracia hacia los menos afortunados. Podríamos presentarnos con una vida llena de amor hacia los demás y de grandes acciones humanitarias. Pero puede ser que aun así seamos rechazados (Romanos 3:23). Puede ser que aun así no tengamos nuestra vista espiritual, ya que no hemos entendido el evangelio, puede ser que no hayamos reconocido que somos pecadores y que la única solución es por medio del sacrificio, muerte y resurrección de Jesús (Juan 3:16).
Si esa es la situación, nuestro destino eterno quedará establecido (Romanos 6:23). No podremos hacer lo que hizo aquel hombre quien fue y se consiguió un par de anteojos. La ceguera espiritual que nos puede mantener lejos del cielo tiene que ver con nuestra fe en Jesús.
Este escenario debe hacernos pensar cuidadosamente en dónde nos encontramos. ¿Acaso es posible que el “dios de este siglo” haya cegado nuestros ojos y no podamos ver las verdades del evangelio? (2 Corintios 4:4) ¿Podría suceder que me presentara delante de Dios ciego a la verdad y que sea rechazado, todo por no haber entendido el evangelio? (Hechos 4:12).
- No te equivoques, en ningún otro hay salvación, sólo en Jesús, Señor nuestro.
- Dios quiere que en el camino seas luz para otros que aún no entienden el mensaje y necesitan a un Salvador (Mateo 5:14).
HG/MD
“Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).