Lectura: Marcos 12:28-34
Santi, es un pequeño de 7 años, y su mamá me contó una simpática historia sobre él. Era sábado por la tarde, Santi y su mamá jugaban en el jardín de la casa mientras disfrutaban de una hermosa tarde de verano, cuando dos niños pasaron frente a ellos; en ese momento Santi corrió hacia los niños y les preguntó: “¿Aman a Dios?” Uno de los niños respondió rápidamente: “No”. Santi le lanzó una mirada de desaprobación y preocupación. La niña que lo acompañaba, al ver la mirada de Santi, dijo: “Yo si amo a Dios”.
Quizás la estrategia de Santi para testificar a otros de su fe no es la más eficaz. No obstante; vale la pena pensar en su pregunta para romper el hielo (iniciar una conversación), pues es una pregunta que muchas personas se hacen a sí mismas o han hecho a otros con respecto a Dios.
Al Señor le hicieron la siguiente pregunta: “¿Cuál es el primer mandamiento de todos?” (Marcos 12:28). Inmediatamente Él contestó de la siguiente forma: “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Marcos 12:29-30).
Jesús le recordó a su audiencia judía, por supuesto; algo que todo judío debería saber desde niño, este mandamiento se remonta a tiempos del Antiguo Testamento, cuando Dios le estaba enseñando a su pueblo y vivían en medio de naciones que adoraban a otros dioses; pero como pueblo suyo debían ser diferentes a los demás, eran su pueblo, Él era su Dios y no aceptaría compartir su lugar con dioses falsos.
- Amar a Dios debería ser nuestra prioridad en la vida, ¿y tú amas a Dios?
- Si en verdad amas a Dios, desearás que los demás también lo amen.
HG/MD
“Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Marcos 12:30)