Lectura: Hechos 20:17-32

Una vez le preguntaron a un doble de riesgo de Hollywood, si él pensaba que los dobles de riesgo en realidad tienen deseo de morir al escoger un trabajo altamente peligroso. Él se volvió y respondió de la siguiente manera: “En realidad es todo lo contrario, desean vivir al máximo y plenamente”. Como doble de riesgo de películas de acción, explicó el por qué vale la pena correr riesgos en la vida. Y añadió a sus palabras lo siguiente: “Cuando llegue la hora de morir, no quiero descubrir que por temor no he vivido”.

Debido a la decisión de Pablo de viajar a Jerusalén, puede que algunos de sus amigos pensaran que él tenía deseo de morir, pues en ese lugar se encontraban muchos de los que antes eran sus amigos y que ahora sin dudarlo eran sus enemigos. Y, de hecho, varias personas le advirtieron de los peligros y las posibles consecuencias de esa decisión y le rogaron que no fuera (Hechos 21:4,12). Pablo ya había tomado la decisión durante su estadía en Éfeso, donde dijo claramente que su propósito era: “…no estimo que mi vida sea de ningún valor ni preciosa para mí mismo, con tal que acabe mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20:24).

Sin duda Pablo no era una persona con tendencias suicidas, sino un creyente lleno de vida y muchas ganas de compartir su fe con otros que no habían oído de su fe en Jesús (Filipenses 1:21-26). Su meta no era estar seguro y protegerse, su énfasis era terminar bien su carrera espiritual con gozo y completar la tarea que Dios le había encomendado.

  1. Pablo fue una persona con un valor extraordinario y digno de imitar, eso nos debe desafiar también a vivir por Cristo, sin temor y plenamente. Esa es la manera de llegar a tener la máxima realización en la vida.
  2. Si quieres experimentar el mayor gozo de tu vida, entrégate por completo a Cristo.

HG/MD

“Sin embargo, no estimo que mi vida sea de ningún valor ni preciosa para mí mismo, con tal que acabe mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.” (Hechos 20:24)