Lectura: Efesios 5:8-14
El siervo de Dios y escritor A.W. Tozer (1897-1963), escribió la siguiente frase: “La naturaleza humana no es fija, y por eso deberíamos dar gracias a Dios día y noche. Todavía podemos experimentar cambios. Podemos llegar a ser algo distinto de lo que somos”.
Esta interesante frase nos recuerda que nuestras vidas, deberían ser lo suficientemente moldeables, dejando que Dios nos transforme. No obstante al pensar en ello salta la pregunta: ¿Cuál debería ser nuestra actitud hacia otros creyentes que durante mucho tiempo han mostrado cambios muy leves o incluso ningún cambio?
Antes de emitir juicios destructivos, que tan sólo reforzarán los problemas de estas personas, convirtiéndonos en obstáculos y no en instrumentos de Dios para el cambio; debemos reflexionar sobre estas tres acusaciones y sus posibles alternativas:
- ¡Esta persona nunca hace nada bueno! Ten presente que nadie hace todo mal; en lugar de criticar, busca alguna acción del pasado mediante la cual mostró pasión por el Señor y recuérdasela con amor.
- ¡Esta persona siempre ha sido así! Tal vez, pero Dios es todo poderoso y puede cambiarla, ora al Señor por ella.
- ¡Esta persona nunca cambiará! No podemos saberlo, sólo podemos confiar en Dios, quien conoce los corazones, dedica tiempo para hablar y conocer la situación por la que está pasando actualmente; en ocasiones las personas sufren en silencio y nadie es lo suficientemente sensible para decirles que los creyentes somos una familia, y que estamos ahí para ser de ayuda en los momentos difíciles.
Muchas veces, nosotros mismos somos quienes nos descalificamos, lo cual no es correcto y sólo trae dolor y sufrimiento. Como el buen Pastor que es, el Señor está ahí para guiarnos y corregirnos si es necesario.
- Puede que no podamos cambiar las actitudes de las personas, pero conocemos a alguien que si puede: Dios; aprendamos a confiar más en el Señor y orar más por las personas que están a nuestro lado.
- Un corazón transformado por Dios tiene como resultado una vida cambiada.
HG/MD
“Porque, si bien en otro tiempo eran tinieblas, ahora son luz en el Señor. ¡Anden como hijos de luz!” (Efesios 5:8)