Lectura: Romanos 5:1-11

En mi vida he conocido muchas personas que están conscientes de que tienen una necesidad espiritual, pero al mismo tiempo no quieren comprometerse con Cristo y con lo que ello demanda.  Han sido testigos de lo que la fe en Jesús puede hacer por algunos de sus conocidos; no obstante, han visto actitudes y acciones que nos les gusta y que provienen de algunas personas que dicen ser seguidores de Cristo.

Una vez alguien me dijo que una persona tenía que asistir a su iglesia si quería ser salva, otra persona me contó que le habían dicho, que necesitaba entregar una determinada cantidad de dinero para continuar recibiendo las bendiciones de Dios, también alguien me dijo que un hombre afirmó que las personas necesitan sufrir intensamente para luego ser aceptadas por el Señor.

Francamente no culpo a muchos que han perdido la confianza en las iglesias locales. En lugar de compartir un frío panfleto o tratado evangelístico, muchas personas necesitan una relación franca y sincera que no busque una determinada reacción al mensaje.

Una vez tuve una conversación con alguien quien estaba molesto por las malas experiencias en iglesias; razón por la cual le propuse que hiciéramos un pequeño estudio del libro de Romanos. Luego de algunas semanas cuando llegamos al capítulo 5 de Romanos, me dijo: “Ahora si comprendo.  Lo que realmente necesito es depositar mi fe en Jesús y empezar a seguirlo como Señor y Salvador de mi vida, no era tan difícil como me lo habían dicho y es más asombroso de lo que había imaginado”.

No hay iglesias perfectas ya que están compuestas por personas imperfectas; lo que sí existen son iglesias donde las personas están conscientes de que necesitan diariamente a Jesús, leen su Palabra, hablan con Dios y quieren compartir esa alegría con otros. Pide a Dios que te guíe a una iglesia con personas de ese tipo, no dejes de congregarte (Hebreos 10:25).

  1. Todos los que hemos puesto nuestra fe en Jesús y le seguimos, creemos lo que dice la Biblia y como consecuencia de ello debemos empezar a vivir acordes con esa verdad.
  2. No somos salvos por lo que hayamos hecho, sino por confiar en quien sí hizo posible que tuviéramos perdón por nuestros pecados a través de su sacrificio perfecto.
  3. Nuestra familia espiritual es uno de los mejores regalos de Dios. Debemos ser un instrumento de su amor para con nuestra familia espiritual de la iglesia local, este debe ser uno de nuestros regalos para Él.

HG/MD

“No dejemos de congregarnos, como algunos tienen por costumbre; más bien, exhortémonos, y con mayor razón cuando vemos que el día se acerca” (Hebreos 10:25).