Lectura: Hechos 4:1-14

En un programa nocturno de entrevistas, le preguntaron a un comediante en tono burlesco: “¿Qué le va a decir a su Creador cuando se encuentre con Él, y no lo deje entrar al cielo?”  El comediante entendió el tono con que era realizada la pregunta, y comprendió el rechazo de la sociedad actual hacia las cosas de Dios, entonces respondió también sarcásticamente y de forma burlona: “simplemente le pediría una segunda opinión”.

Existió un tiempo en el cual, la opinión del experto en un campo determinado era tomada como correcta y final.  Sin embargo, en nuestros días, es muy común buscar el consejo de muchos profesionales hasta encontrar el que creemos se adapta mejor a nuestra forma de pensar o a nuestros intereses.  Esto sin duda ha hecho más simples algunas cosas en nuestra sociedad, por ejemplo cuando buscamos una segunda opinión ante un diagnóstico médico preocupante, pero cuando tratamos de usar ese mismo principio para las cosas con destino eterno, solamente una opinión cuenta: Dios tiene la respuesta final.

En el libro de los Hechos 4:2, Pedro declaró contundentemente que Jesús era el único nombre dado por Dios por medio del cual podemos ser salvos.  Debemos tener claro que ante un Dios santo y justo como el que tenemos, somos culpables a causa de nuestro pecado.  Mas las buenas nuevas son que Su amor ha encontrado una forma de salvarnos.  Dios envió a su Hijo Jesús a tomar nuestro lugar y con ello recibir el castigo que merecíamos; tan sólo se nos pide aceptar la culpabilidad por nuestras acciones, arrepentirnos y depositar nuestra confianza en el sacrificio perfecto realizado por Él.

Simplemente no hay otra forma de ir al cielo, no existen segundas opiniones, la cruz, el arrepentimiento, el perdón y la aceptación, forman parte del único camino disponible.

  1. ¿Qué dirás cuando te encuentres con tu Creador? Si aún no estás seguro, arregla hoy mismo las cosas, porque mañana puede ser demasiado tarde.
  2. Es una tontería que digas mañana, cuando Dios te dice hoy.

HG/MD

“Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).