Lectura: 2 Corintios 6:1-7:1

Cuenta una fábula que dos cucharas, una grande y otra pequeña, habían decidido visitar su restaurante favorito. En medio de la comida, la cuchara pequeña le contó a la otra: “No lo vas a creer, ayer visité una casa extraordinariamente limpia, todo estaba inmaculado, el piso, la cocina, la sala, en fin todo. No se veía ningún residuo de basura en ninguna parte”.  La cuchara grande dejó de comer y miró a su compañera con cierta molestia y le dijo: “¿Tienes que hablar de ese tema mientras estoy comiendo?”

Esta historia sobre las cucharas también se puede aplicar a las personas.  En nuestra lectura devocional, nos encontramos con creyentes que tenían mucho que aprender sobre el significado de vivir de forma limpia.  Debían desarrollar mayor hambre y sed de justicia, así que el apóstol Pablo les dijo que se apartaran de toda impureza (2 Corintios 7:1).  Les recordó que Dios desea que su pueblo se aparte de todo tipo de basura, especialmente la espiritual.

Si la limpieza del corazón no es un tema que nos atraiga, quizás sea porque aún existen esquinas de nuestras casas con basura (deseos pecaminosos) que no queremos barrer.  Debemos aprender a barrer muy bien para deshacernos de toda clase de maldad.

  1. Señor, perdónanos por no querer barrer a conciencia esas esquinas con basura de la que no queremos deshacernos, ayúdanos a permitir que el Espíritu Santo ilumine esas esquinas para que podamos barrerlas con detalle y nuestra casa esté verdaderamente limpia.
  2. El pecado no puede crecer donde el Espíritu Santo aplica su trabajo de limpieza extrema.

HG/MD

“Así que, amados, ya que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda impureza de cuerpo y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2 Corintios 7:1).