Lectura: 1 Corintios 1:26-31

Como creyentes, en ocasiones podemos sentir que nuestra vida en verdad no está causando un impacto significativo para Dios. 

Se calculó que, para marzo de 2020 la población mundial ascendía a 7,800,000,000 de personas, de las cuales tan sólo una fracción han escuchado sobre el mensaje de salvación por medio de Jesús; mientras esto pasa, el mundo parece ir de picada en su decadencia y el mal cada día crece sin importar por donde miremos.

Carl Frederick Buechner, escribió sobre este tipo de frustración diciendo que el mundo era como una gran telaraña y afirmó lo siguiente: “Si la tocas en alguna parte, toda la tela tiembla… A medida que nos movemos por este mundo y actuamos con amabilidad, y no con indiferencia u hostilidad hacia la gente que conocemos, nosotros también estamos haciendo temblar la gran telaraña. 

La vida sobre la cual influyamos, para bien o para mal tocará otra vida, y esa a su vez otra, hasta que quién sabe dónde se detenga el temblor y en qué lejano lugar y tiempo se sienta nuestra influencia.  Nuestras vidas están entrelazadas.  No hay persona que sea una isla”.

Al pensar en las palabras de Buechner, nos debemos sentir desafiados a realizar nuestra tarea de compartir las buenas nuevas del evangelio y los principios bíblicos para la vida que encontramos en su palabra, con la mayor cantidad de personas que podamos; y tal como Pablo, algún día podremos decir: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera; he guardado la fe” (2 Timoteo 4:7).

  1. Ningún trabajo es pequeño para nuestro Señor, Dios siempre usará nuestro servicio para lograr sus objetivos a largo plazo (1 Corintios 1:26-31).
  2. No sabes a cuántos afectará tu servicio para Dios, sólo tienes que ser fiel a tu llamado, comparte tu fe genuinamente, aunque sea con una persona a la vez.

HG/MD

“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera; he guardado la fe” (2 Timoteo 4:7).