Lectura: Jeremías 2:9-13

Qué bonito sería poder entrar a una tienda y pedir lo que uno quiera sin tener que pagar al final.  Existen concursos donde al ganador se le premia con la oportunidad de tomar todo lo que quiera en un minuto.  Cuando todo termina, los artículos escogidos comúnmente pasan por la caja registradora, mostrando el valor de lo tomado, pero no se paga, ¡todo es gratis!

Un día vi uno de esos eventos por televisión, y como era obvio los ganadores sabían exactamente dónde ir y lo que querían.  Tenían una estrategia; cuando se dio la orden de inicio, fueron hacia los artículos más costosos.

Ahora piensa por un momento en esta circunstancia hipotética, imagínate que uno de esos concursantes hubiera llenado su carrito de compras con cajas vacías.  ¿Qué diríamos de esa persona?  Seguramente pensaríamos que es un tonto, ¿Por qué no llenó el carrito de compras con cosas de valor?

Esta circunstancia hipotética, se hizo realidad en el relato del profeta Jeremías, con respecto a la relación que el pueblo de Israel tenía con Dios.  Pasaron sus vidas acumulando cosas sin sentido y vacías.  Jeremías denunció lo siguiente: “mi pueblo ha cambiado su gloria por lo que no aprovecha” (Jeremías 2:11).  Se alejaron de la fuente de todo lo bueno, y en su lugar confiaron sus vidas en objetos que no valían nada.

  1. Y qué de nosotros, ¿qué hemos hecho con la gran oportunidad dada por Dios que conocemos con la palabra VIDA? ¿Estás acumulando tesoros en el cielo? (Mateo 6:19-20), ¿O basura aquí en la tierra? (Filipenses 3:8).
  2. Nunca lo olvides, cuando inicias tu camino de fe, tan sólo es el comienzo de una vida que debe reflejar las maravillas de la transformación producida por el amor de nuestro Señor.

HG/MD

“Y aún más: Considero como pérdida todas las cosas, en comparación con lo incomparable que es conocer a Cristo Jesús mi Señor. Por su causa lo he perdido todo y lo tengo por basura a fin de ganar a Cristo” (Filipenses 3:8).