Lectura: Miqueas 6:6-8

Casi todos, en algún momento de nuestra vida, pensamos sobre lo que significa tener una buena vida y en quién llega a tenerla de verdad.

Al pensar en esto viene a mi mente la historia de Fran, él era un hombre muy amable y tranquilo que no buscaba tener ningún tipo de reconocimiento, y siempre dejaba que su Padre Celestial se ocupara de lo que en ocasiones le incomodaba, su vida estaba centrada en hacer la voluntad de Dios.  Solía decirles a otros: “Somos peregrinos en este mundo”.

Hace unos cinco años él falleció, y en su funeral algunos de sus amigos recordaron como había influido en sus vidas.  Hablaron de su bondad, generosidad, humildad y mansa compasión.  Para muchos fue la expresión visible del amor de Dios.

Fran, siempre vivió una vida sencilla, nunca tuvo las cosas con las que muchos de nosotros sueña o tiene, y algunos posiblemente pueden pensar que él nunca tuvo una buena vida, pero cuan equivocados están, Fran fue rico para con Dios y su vida fue un reflejo de ello.

  1. ¿Qué clase de vida tienes?
  2. Permítele a Dios ocupar más espacio en tu vida y aprende a renunciar a las cosas temporales de este mundo.

HG/MD

“En cuanto a mí, la cercanía de Dios constituye el bien. En el Señor Dios he puesto mi refugio para contar todas tus obras.” (Salmos 73:28).