Lectura: Juan 14:1-11

Los viajes en taxi son siempre una aventura; en uno de tantos viajes, subí a uno que tenía en el respaldar del asiento de delante, mucha propaganda sobre un “maestro” o “gurú” de la Nueva Era.  Así que decidí consultarle que era toda aquella papelería.

Muy educadamente el conductor me explicó que aquel hombre era un “enviado divino” para nuestro tiempo.  Y luego me dijo que a través de los tiempos habían existido varios de estos “enviados”, y que Jesús había sido el elegido de su generación.

Luego de terminar la explicación, conversé con él y le expliqué mis creencias y le cité las siguientes palabras de Jesús: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6).  Por supuesto este punto de vista es totalmente diferente al del taxista, ya que Jesús no fue solo una posibilidad entre una serie de líderes religiosos iluminados, Él es el único camino para conocer a Dios, y sólo a través de Él podemos ir al cielo.

Tal y como el apóstol Pedro dijo: “el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:16). Jesús no declaró simplemente que era la máxima autoridad espiritual de su época, sino que también lo demostró por medio de su muerte y resurrección sin dejar ninguna duda. Cristo ofreció “un solo sacrificio por los pecados” (Hebreos 10:12).

Nuestro Señor dijo de sí mismo: “…yo soy en el Padre, y el Padre en mí” (Juan 14:11). Por lo tanto, no hay ninguna necesidad de que sigamos buscando ningún otro camino “nuevo” para la salvación.

  1. Jesús es el único camino.
  2. Aprende del verdadero maestro, Jesús, Dios mismo, y descubre su voluntad para ti.

HG/MD

“Respondió Simón Pedro y dijo: ¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!” (Mateo 16:16).