Lectura: Mateo 5:1-10

Cuando leemos la palabra manso, ligada al carácter de una persona, a menudo la asociamos con las palabras: suave, demasiado sumiso; fácilmente controlable; sin carácter; sin espíritu.  Por esta razón es que a muchos les resultan confusas las siguientes palabras de Jesús: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mateo 5:5).

En su obra maestra, el Diccionario Expositivo, W. E. Vine (1873-1949) afirma que el término griego “prautes” que en español significa mansedumbre, tiene una connotación muy diferente con respecto a la que se le asocia en nuestro idioma; según lo define la Biblia es una actitud hacia Dios “que considera que su trato para con nosotros es bueno, y por lo tanto, no hay discusión, ni resistencia”.

Este comportamiento lo observamos en Jesús, cuyo deleite fue hacer la voluntad de su Padre. El autor continúa diciendo que: “la mansedumbre manifestada por el Señor, misma que se les recomienda practicar a los creyentes, es fruto del poder […]. Jesucristo era “manso” porque tenía a su disposición los recursos infinitos de Dios”. Es una realidad que Él podría haber llamado a los ángeles del cielo para impedir que lo crucificaran, pero no lo hizo.

Jesús ratifica este principio cuando le dice a sus seguidores: “Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para su alma” (Mateo 11:29). Él fue el modelo perfecto de la mansedumbre.

  1. Es por esto, que cuando estamos cansados y turbados, Jesús nos invita a descubrir la paz que produce confiar mansamente en Él.
  2. La mansedumbre según la Biblia no denota fragilidad, sino que transmite un sentimiento de paz, dependencia y de auto control que provienen de una relación profunda con Dios.

HG/MD

“Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mateo 5:5).